Ulises y Orfeo neutralizaron el canto de las sirenas. Pero Butes saltó al agua, se dejó llevar... ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué no puso remedio, como sí hicieron otros? Y ¿Por qué no? Así te sientes al leer a Pascal Quignard. Te arrastra como un suave oleaje, página a página. Te arropa con su manera de escribir y con la melodía de sus palabras. Porque la música, bendita música, es también una de las grandes protagonistas del libro. Y así, hechizada por el canto de las sirenas (con la forma, en esta ocasión de Quignard) he caído rendida a Butes... |