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Fragmentos de la vida de una mujer valiente y decidida que convertía en luz todo lo que estaba a su alcance. Elionore Pruitt Stewart narra su apasionante aventura cuando decidió dejarlo todo y construir su hogar en las agrestes y hostiles montañas de Wyoming, en pleno corazón del Oeste americano. Con un estilo fresco, cercano y muy natural, ha conseguido contagiarme su espontaneidad, su sentido del humor y su filosofía de vida. A través de las cartas que escribe a su antigua patrona, nos hace partícipes de un sinfín de anécdotas que reflejan su gran personalidad y cómo transcurre su día a día en compañía de sus vecinos. Me ha parecido realmente increíble su manera de retratar las historias de algunos de ellos y su forma de transmitir sus penas y desgracias con un tono desenfadado y a la vez, tan íntimo y profundo. Elionore aprendió a cazar, a plantar tomates verdes, a montar a Chub, su inseparable compañero de viaje y a recorrer en trineo los cañones nevados y otros parajes majestuosos, bellos (y peligrosos), en los que la fuerza de la naturaleza se funde con la propia fuerza interior de esta mujer inolvidable. Elionore conseguía iluminar a las personas más tristes y sombrías, lanzándose siempre a ayudar y transformando sus vidas centrándose en los pequeños detalles y dejando siempre a un lado las dificultades y obstáculos. Pero lo más importante que aprendió Elionore y que enseña esta lectura, es a valorar las cosas más sencillas y aparentemente insignificantes (como comer frijoles enlatados al calor de una fogata, sobre la arena de las montañas rocosas de Wyoming), a buscar siempre el lado positivo, dejar atrás todo lo que nos produce dolor y seguir hacia delante siempre con una sonrisa, porque yo, como Elionore, “creo firmemente en la risa”. Esta lectura me ha hecho reír y llorar, me ha encogido el corazón y me ha enseñado la importancia de la solidaridad y la generosidad entre personas que lo único que podían compartir era amor y esperanza. Elionore me ha recordado que “la fortaleza y el conocimiento” vienen con la práctica, y que en la vida hay que “experimentar, trabajar y demostrar cosas”. Tengo la sensación de que estas cartas han encontrado hueco en mi interior y que su autora se quedará conmigo para siempre. |