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Hace años me enganché tanto a los libros de Douglas Preston y Lincoln Child, que saltaba a comprarlos en cuanto veía uno nuevo, sin detenerme a mirar de qué iba. Más tarde, por avatares de la vida, dejé de lado sus libros, aun no se por qué. Así que recientemente he decidido empezar a leer sus series desde el principio. Y cual no sería mi sorpresa cuando me he topado con este libro cogiendo polvo en mi estantería y que no había leído (estaba convencida de que había leído todos los comienzos de serie). Nora Kelly, la protagonista de este libro, es una profesora adjunta de arqueología en Santa Fe. Durante una visita al viejo rancho de su familia encuentra una vieja carta de su padre, desaparecido cuando ella era aun una niña, en el que proclama haber encontrado la mítica ciudad de Quivira, una especie de El Dorado. Con sólo esa carta, nuestra protagonista decide montar una expedición arqueológica en busca de la perdida capital religiosa de los anasazi. Pero esta búsqueda se enfrentará a mayores peligros que la típica expedición, y es que todo yacimiento secreto tiene su maldición. Este libro es adrenalina pura, no puedes soltarlo. Te tiene en vilo durante toda la lectura y aunque los descubrimientos arqueológicos son ficticios, están contados de tal forma que parecen reales. |
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