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Desde el primer momento sabemos que Alfred es un niño de nueve años abandonado a su suerte, uno de los muchos niños que sobreviven en soledad, cuyos padres no se fijan mucho en ellos, no tienen tiempo de cuidarles, darles cariño y atención, algo que debería ser obligatorio pero que no lo es. Y desde ese primer momento en que Alfred se presenta, nos relata el hambre que tiene, cómo desde hace días sobrevive a base de pepinillos en vinagre y tostadas de centeno, cómo echa en falta las palabras amables, el cariño de un padre que viaja más que Willy Fog, te gana por su ternura e ingenuidad. Pero no hay que alarmarse, su vida cambiará de manera radical cuando una noche, tumbado como está en el suelo, junto a la puerta de la calle, percibe unos extraños ruidos... ¿Será un ladrón? Poca cosa se va a llevar, porque en esa casa no hay de nada, bueno si, pepinillos y tostadas de centeno. ¿Querrán secuestrarle? A nadie le puede interesar un niño que ni siquiera le interesa a su padre. Lo cierto es que el ladrón o secuestrador parece estar muy interesado en qué coma bien, esté calentito y se mantenga informado pues, a través del buzón, le lanza un periódico donde ha escondido unos calcetines de lana y un sandwich. La primera noche no le da tiempo a salir corriendo detrás del repartidor de periódicos (el cree que es un repartidor de periódicos...algo extravagante eso si, porque reparte los periódicos por la noche...qué raro es todo esto) La segunda noche tiene más suerte y de ese modo descubre a Amanda, una señora de mediana edad que se dedica a cuidar de lo que ella llama "niños olvidados", niños como Alfred a los que sus padres no atienden como es debido, o simplemente no tienen padres. La aventura de Alfred acaba de comenzar, acompañará a Amanda en su recorrido por la ciudad repartiendo periódicos con comida, manzanas y calcetines. Existen más niños como el: Abdi y su hermanita Sara, Veikko, Iiris, Niilo, Charlotta... Alfred tendrá la suerte de acabar viviendo con Amanda en su encantadora casa de El Confín del Mundo, como lo llama el, junto a un cuervo que se llama Harlamovski y el gato Huvitus. Amanda es especial, y no sólo por lo buena persona que es, sino por la capacidad que tienen sus orejas de detectar los suspiros, los sollozos, de los niños abandonados. Pertenece a un grupo de personas llamados Oídos Sensibles. ¡Ah!, pero ¿es que hay más? Pues vais a tener que leer el libro para poder averiguarlo. Manzanas, muchas manzanas, un programa de radio, unas orejas especiales y toneladas de cariño son las claves de una historia enternecedora, divertida, y que sin embargo denuncia el abandono que algunos niños tienen que soportar desde muy temprana edad. Enlace: https://megustaestelibro.blo.. |
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