Aterrizaje

Un aterrizaje literal y otro emocional nos presentan la experiencia personal de la autora junto a la experiencia real de Gregory Fletcher en un juego de espejos muy interesante. La autora construye una autoficción a partir de dos historias que viajan paralelas y se convierten en tres narraciones en tiempos temporales diferentes. Una estructura que de entrada me ha parecido muy original, una genialidad.

Escritura precisa, directa y sutil, con frases cortas pero muy poéticas. Frases para guardar y volver a leer. Llena de referencias literarias citando a otros autores. Capítulos cortos que invitan a seguir leyendo sin cesar. Una delicia de lectura, que en tan sólo 150 páginas profundiza en el alma humana de forma magistral.

La novela arranca con un viaje a Islandia para ir a ver los desechos de un avión estrellado hace 50 años en compañía de tres desconocidos. A partir de esta experiencia e intercalándose, encontramos la historia del piloto que tuvo que maniobrar este aterrizaje forzoso en 1973 sobre la costa sur de Islandia entre las inclemencias atmosféricas propias del país y del que salió ileso, él y todos los tripulantes. Una historia escrita por el propio Gregory Fletcher con quien mantuvo un intercambio epistolar construyendo un testigo lleno de honestidad y nada heroico. Y entrelazándose con estas dos historias aparece la narración donde la autora reflexiona sobre su propia experiencia de pérdida reciente mientras se encuentra confinada en plena pandemia, recordando el pasado y esforzándose por reconstruir el futuro.

Una historia sobrecogedora, de supervivencia, donde la autora a través de pequeñas grietas que poco a poco se van abriendo, muestra sus sentimientos y su dolor después de "Todo aquello". Los miedos, las inseguridades y la soledad crecen, pero se aferran a la esperanza de volver a empezar, afrontando una nueva vida que, aunque ya no será la misma, puede valer también la pena vivirla. Un renacer entre las cenizas del alma para encontrar una luz hacia el futuro.

Eva Piquer encuentra en la literatura un refugio y utiliza la escritura para curar un corazón roto en mil pedazos creando una metáfora entre el aterrizaje forzoso de un avión, que dejó los restos de su carcasa sobre la playa, con su propia historia de supervivencia después de una gran sacudida que le destrozó el alma.

Un libro valiente y sobrecogedor, con el que he conseguido una conexión desde el primer momento, porque, ¿quién no conoce la pérdida de un ser querido y el tránsito por el duelo? ¿Quién no se ha sentido después de una catástrofe vivida, que no sabría cómo continuar? Espero que esta novela anime a Eva Piquer a seguir escribiendo, porque su manera de hacerlo ha sido un gran descubrimiento.