Oro y ceniza

Aviso: esta reseña contiene spoilers sobre las anteriores entregas de la saga.

Han pasado años desde que opresor régimen de los dorados ha caído pero eso no significa el fin de los conflictos para Darrow, Venus, Mercurio, el Confín... los enemigos los rodean y debe dejar atrás a su familia para enfrentarse ellos. Lo que no saben es que los mayores enemigos se visten de políticos y van a atacarlos por donde menos lo esperan.

La vuelta al mundo de Amanecer Rojo se me hizo algo densa desde el primer momento. Hay un batiburrillo de nombres desde que la trama empieza que no ayuda a que comprendas del todo el punto en el que te encuentras. Darrow no es capaz de encontrar su lugar fuera del conflicto constante, con lo que arrastra a su antiguo grupo e incluso a su familia en una espiral de violencia. Su punto de vista se alterna con el de otros personajes, Efraín y Liria, que sirven para dar un contrapunto a la trama, ya que no saber su importancia hasta el final del libro.

Sin embargo, tener esa visión desde fuera permite percibir que todas las promesas que se pensaba que cumpliría El Segador se han visto lastradas por la política imperial, dejando a muchos de ellos abandonados y desamparados. El papel de Lisandro, heredero de Octavia, y enemigo por cuestión de sangre de la nueva República, ha sido el de mostrar las líneas enemigas pero a base de tumbos y traiciones constantes, con lo que ha sido el personaje que peor me ha caído de todos. Siendo este un libro que coloca y recoloca a los personajes en el entorno espero que en las siguientes partes se retome todo lo que me gustó de la trilogía original.

Colibrí.