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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
20 April 2023
La tranquilidad del pueblo de Aldwinter, en Essex, ha sido perturbada por el rumor de que una ancestral criatura, una enorme serpiente, está asolando el lugar como castigo por los pecados de sus vecinos. Es en estas cuando, al poco de enviudar de su maltratador marido, Cora Seaborne llega a la campiña junto a su hijo y su niñera. Como naturalista aficionada, Cora cree que la misteriosa serpiente es en realidad un animal de origen prehistórico que ha pasado desapercibida hasta ahora. Una hipótesis totalmente opuesta a la del párroco del pueblo, William Reansome, que prefiere no dar pábulo a la existencia del monstruo. Los campos de Essex serán el marco en el que entre Cora y William se establecerá una compleja relación de lucha intelectual, camaradería y algo más…

He necesitado tiempo para digerir lo que ha supuesto para mi la lectura de “La Serpiente de Essex”. Era uno de los libros a los que más ganas tenia de hincar el diente para este 2023. Y a día de hoy sigo pensando que es una de las mejores lecturas que he hecho de lo que llevamos de año. Pero al mismo tiempo, una vez pasada la impresión inicial, debo reconocer que aunque es muy buena novela, no está exenta de ciertos errores y de pequeños detalles que hacen que no sea del todo un libro perfecto. de todas formas, eso no quita para que sea un libro que desde que lo he cerrado no he parado de pensar en él y en echar de menos su historia. Es un libro que sorprende, porque a priori no parece una obra que vaya a tener nada en especial o que vaya a poder emocionar al lector. de hecho, empecé con ella de mala manera. Y es que el primer cuarto del libro (por lo menos las 100 primeras páginas) me parecieron un poco un viaje a ninguna parte. Sí, pasaban cosas y la narración se iba desarrollando. Pero a un ritmo angustiosamente lento y de una manera que yo notaba que leía y leía, pero no avanzaba con el libro. Era como uno de esos sueños en los que uno corre, corre y sigue corriendo, pero no llega a ningún lugar ni cambia de lugar, ni va a ninguna parte. Perdón por la descripción tan melodramática, pero os juro que es que así me sentía en ese momento. Pero una vez pasado este tramo inicial, y sin que me diera cuenta, la historia empezó atraparme poco a poco. No sé en qué momento concreto paso esto, solo sé que poco a poco, los pequeños detalles de la obra lograron crear un todo que, a medida que avanzaba la narración, se fue volviendo más envolvente y adictivo. No es una novela que sea una montaña rusa de emociones, o en la cual se desencadenen acontecimientos realmente impactantes. Más bien lo describiría como un paseo en bicicleta en el que algunos puntos del camino nos encontramos con que el pavimento esta en muy buen estado, pero en otros nos topamos con socavones o con pequeñas pendientes que hay que pasar para seguir adelante.

La obra tiene una profunda carga gótica, misteriosa e intimista, todo a la vez, que le da a todo lo que se lee un tono profundo y lleno de facetas que se van desplegando ante el lector según va leyendo. Es una historia que se basa ya no solo en las relaciones que se establecen entre sus personajes, también en la versatilidad y complejidad que su autora sabe imprimir en todos y cada uno de ellos. A través de ellos se tratan cuestiones de la época victoriana, como la problemática de las viviendas para los pobres o la situación de la mujer, al lado de temas como la redención y el pecado, la lucha entre la fe y la razón, el deseo, la libertad y la frustración. Y todo ello está trabajado en un estilo narrativo poético y de una belleza descarnada. La forma de escribir de Sarah Perry recuerda mucho a la de novelistas de la literatura gótica como Emily Bronte o Mary Shelley (con cuyas obras, está claro que Perry tiene una deuda impagable de cara a la suya propia). Es elegante, melancólica y poética, si bien a veces peca de ser excesivamente densa y algo barroca, en algún momento me ha parecido muy poco fluida y que se estancaba demasiado en las descripciones y en pequeños detalles que solo conseguían el relentizamiento de la lectura. Pese a todo, a mi me ha atrapado. Por la atmósfera que conseguía crear y por lo fantástica que era su ambientación. Ese último punto para mí ha sido de lo mejorcito de la novela, la manera en que la autora lleva al lector a los campos de Essex; la delicadeza, el encanto y la belleza con la que ponía en palabras el paso de las estaciones y el entorno rural y campestre en el que se desenvuelven los acontecimientos de la novela. He dicho antes que habido momentos en los que la lectura se me ha hecho muy pesada. Pero eso no quita que reconozca la belleza con la que se representa a Essex en esta obra, ni la importancia que en todos los sentidos tiene la ambientación. Leyendo uno percibe que Perry usa una técnica literaria que apunta en los escritos góticos: usar la naturaleza y el entorno como medio para desarrollar los sentimientos y el estado psicológico de los personajes. Y todo esto se da de la mano con momentos, en los cuales la narración se convierte en fragmentos de cartas que los personajes escriben unos a otros. Ese recurso me ha parecido muy interesante, ya que aporta mucho realismo y estabilidad a la historia, y a la vez nos permite descubrir más del carácter y de los sentimientos de los personajes que escriben y de los receptores de las cartas. Junto al tono científico que parte del interés geológico de Cora y a las cuestiones política y sociales que también se manejan, hacen que todo resulte más creíble y realista, permitiendo que no todo quede como algo más etéreo o fantástico, adjetivos que, pese a su sinopsis, no pueden usarse para este titulo.

La obra se vende como lo que un autor gótico escribiría hoy en día, y no veo que sea una afirmación descabellada o producto del marketing editorial. La obra es gótico puro, pero no un gótico centrado en los grandes sustos, el miedo y los episodios impactantes o desagradables. Su punto de partida es una criatura misteriosa que asola un apacible pueblo Ingles, y que ha sembrado el pavor entre sus habitantes. Pero a medida que van sucediéndose las páginas, uno se da cuenta de que este punto de partida va paulatinamente diluyéndose, y que el peso de la historia va a recayendo en la pareja principal y en las relaciones que se establecen entre todos los personajes secundarios, amén de varios hilos argumentales que van apareciendo como destellos a lo largo de la novela. Y así uno va descubriendo lenta pero firmemente que “La Serpiente de Essex” no es una novela de ese tipo miedo que relacionamos con el genero gótico, el de los castillos tenebrosos, los personajes retorcidos y oscuros de moral dudosa, criaturas terroríficas o asesinatos truculentos. El miedo que se trabaja en esta obra es más sutil, mucho más psicológico. Es el miedo que se esconde en lo cotidiano y lo trivial, el miedo que se genera cuando hay dudas y desconfianzas. El miedo que nace de uno mismo, de los secretos y zonas oscuras que cada uno de nosotros albergamos en nuestro interior. Es ese uso tan modernamente psicológico, junto con el uso de técnicas e intenciones de la literatura de la época, victoriana lo que hace de esta novela, un producto único y diferente, lo que constituye el ADN de una personalidad poderosamente propia y diferente.

Desde luego, no creo que “La Serpiente de Essex” sea una obra para todos los lectores. Y me parece comprensible. Y no porque sea muy compleja o difícil de leer, sino por lo frustrante que a veces resulta lo que contiene. Las relaciones que se establecen entre sus personajes, si bien es uno de los puntos más interesantes de la obra, a veces me han resultado muy intrincadas y complejas, demasiado confusas en no pocas ocasiones. En muchos momentos resulta bastante densa y lenta de leer. Hay momentos en que no entiendes hacia que punto van los personajes, o que es lo que realmente quieren. Pero al mismo tiempo, esa es una de las gracias de la obra, lo profundamente realista que resultan estos caracteres, la forma tan plástica y nítida en que están tratados. Son personajes con los que, pese a todo, resulta relativamente fácil conectar y que además, son hijos de su época y de sus circunstancias, algo que, personalmente, valoro mucho en una obra que esté ambientada en otra época. Se nota mucho el estudio llevado a cabo por Sarah Perry de la época victoriana, el mismo que ha puesto ya no solo a tratar cuestiones de corte social o historiográfico, sino a saber meterse en la forma de ver las cosas y de sentirlas de los habitantes de esa época, y por ende de sus personajes, al retrato tan vibrante y lleno de colorido que hace de estas personas. Esto consigue hacerlo con mucha soltura y finura. Aunque me parece que la gran mayoría (secundarios y principales) están muy conseguidos, de todas formas creo que la principal protagonista femenina, Cora Seaborne, va perdiendo fuelle según va avanzando todo, para mi acabo siendo el personaje más incomprensible e insípido, justo cuando al principio de la historia era todo lo contrario. En cambio su contraparte masculino, el párroco William Reansome me ha acabado pareciendo el personaje mejor trazado de todos, con un arco evolutivo muy bien llevado y una personalidad bastante consistente que se va afianzando según va avanzando la historia. de todas formas ninguno de los dos me parece que puedan dejar indiferente a nadie. Son personajes muy realistas, con mucha individualidad. Si hay algo que me ha gustado mucho de esta historia es que la relación que se establece entre ellos dos no solo nace de la atracción que sienten el uno por el otro. Antes de eso existe una suerte de camaradería y simpatía que se da pese a los diferentes que son, los prejuicios que cada uno tenía del otro antes de conocerse, y sus diferencias respecto a su visión de la vida. Cora y Will son tan diferentes como la noche y el día, pero a la vez son almas gemelas. Y todos esos vaivenes dan a su relación mucha vivacidad, de forma que no resulta para nada plana, sino que está llena tanto de silencios poderosos como de diálogos y momentos que se quedan en la retina del lector al llegar a ellos. Su relación es muy atípica, y a la vez en toda ella se destila la compenetración que se forja entre ellos dos y la forma que tienen de quererse, de una manera libre de etiquetas y prejuicios. Se quieren el uno al otro tal y como son, y eso me ha parecido un enfoque muy refrescante y muy bien llevado por parte de la autora.

De todas formas, si hay algo que me cabreo un poco en las últimas páginas es que me parece que todo queda relativamente en el aire. Es cierto que el argumento queda muy bien cerrado y sin ningún cabo suelto. Pero en lo que respecta a los personajes todo queda muy en el aire. Es el lector (si quiere) el que debe decidir como van a ser las cosas en el futuro para ellos. Y debo decir que he echado un poco en falta que eso quedase más rematado, me pareció especialmente frustrante que se diera en las últimas páginas de una obra que me parece que tiene tantas cosas buenas y que generalmente iba por el buen camino.

En fin, “La Serpiente de Essex” es la clase de libro que a cada lector le dice una cosa distinta y le produce a cada persona una impresión diferente. Me parece muy fácil y comprensible que haya un sector del público que lo adore y otro que lo deteste. Sé que hay más de uno y de más de dos que han tenido que dejar por imposible esta lectura. Pero para mí eso es algo cuanto menos estimulante y que me llama la atención, que sea una obra que no deje indiferente a nadie y que despierte grandes pasiones para bien y para mal. Creo que dice mucho del texto, más que cualquier reseña. Incluso varios días después de haberla terminado, a mi me sigue descolocando bastante. Me ha gustado, y de momento es una de mis mejores lecturas de lo que llevamos de 2023. Pero no tengo muy claro que vaya a estar entre mis cincos lecturas preferidas cuando acabe diciembre. Tiene muchos puntos para ello, pero no lo tengo claro. Lo que si sé es que me ha parecido, por muchas circunstancias, una lectura muy interesante y que recordaré con bastante cariño.
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