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Crítica de nihillnovum


nihillnovum
14 March 2021
Al final, al leer textos en el que el aforismo, las sentencias -las notas, por definición, de este libro- son su parte principal, pudieran parecer en esencia similares; he leído muchos y pudiera pensarse que todas sus ideas sortean tiempos, edades, historia e historias, lugares y estudios y desembocan en un lugar común, mucho más allá de la diferencia en las expresiones o diferencias de opinión, en la forma de decirlos, incluso en el poso que deja el idioma en el que se escribe en el fondo, sentido y forma de las frases; pudiera pensarse, también, que los textos cortos, las sentencias con esa sensación que deja de puñetazo en la mesa, de mezcla de exigencia, dedicación y obligación de creer o aceptar o en pensar que el escritor, el filósofo, deja una idea cerrada, una especie de cláusula que no puedes rebatir, que la firmas al leerla, algo así como que la tierra gira al mismo lado y la gravedad te ata al suelo. Si, pareciera que, como en la literatura, los aforismos, pudieran hablar de los temas esenciales, y como tales con un número finito, hablan del amor, de la soledad, de la vida, de la belleza, del hombre y la mujer; hablan de la muerte y de la vida, hablan de ser y de no ser. Pero, siendo todo eso cierto, siendo las miradas distintas en el sentido o en el modo, y que dan cierto sentido moral o explicativo, filosófico o incluso político, que aún siendo de signo contrario, se asemejan en ese dejar el sentido de absoluto, de parte del sistema dialéctico del mundo, de, en fin, del tira y afloja de dispares que completa un único mundo.
Pero, no. Estos libros son eso, pero, también, no solo son eso.

"El pensamiento es el remordimiento, ¿pero de qué?"

Cada aforismo, cada sentencia, cada nota, -como denomina Georges Perros a sus citas, a sus añadidos al mundo-, son partes del puzle que dibuja la realidad del hombre que los escribió -la que genera, pero también rodea- que dejó su mundo reconstruido en pequeñas ideas, en frases cortas, en ideas largas, en fotos exactas o en, apenas, sombras de lo que quiso, decir -a pesar del peso con el que caen las sentencias-. Y de pequeños sorbos, de pequeñas fotos, de recuadros de un cuaderno que se rellenan de datos esporádicos y sinceros, a mí se me completa esa imagen de un tipo que huía, que dejaba un paso entre el mundo y él, un paso para observarlo, un paso para respetarlo, un paso para huir, un paso para analizarlo y contarlo. Que usa la ironía para describir el mundo, esa que usan los que tienen cierto o mucho desapego por él, al menos por el mundo palpable que los circunda, con cierta sensación de soledad o retraimiento para con su relación con todos o con todo.

"Tengo una memoria excelente no recuerdo casi nada."

Creo que él solo se abrazaba a la belleza, a la belleza como parte de la artes: la pintura, el teatro, la música, la poesía…Y a ellas se acercaba con el respeto de quien goza. Me deja la sensación de que los ama tanto, o respeta, que la veces los odia, porque no hay amor sin odio, o muerte sin vida. Y acaso detrás de todo esté esa vida en el que la belleza de cultura es como un amor que hay que corresponder todos los días. Así, para él, la poesía es el arte de lo que nace como un ser absoluto casi ajeno a su autor, como parte de un mundo primordial al que se accede por el lado del respeto; la belleza en grado puro, que existe de siempre. Con el teatro tiene un relación amor y odio, del que ha sido y ya no es, del que encuentra en el arte solo la aceptación si es parte de ti, hasta el sufrimiento: no solo belleza, sino también aceptación absoluta de todo. La pintura es la más alta de las artes para G.P. Algunas de sus más bellas notas tienen que ver con las opiniones sobre autores como Breton, Gracq, Max Jacob o Rimbaud.

"Poema. Un hombre esta moribundo. MORIBUNDO. Lo llevan a la clínica. Lo salvan. El poema es la salvación"

"Los premios literarios dan complejo de superioridad al jurado y complejo de inferioridad a los elegidos"

"Kierkegaard filosofo detective. Pero le importa rescatar vivo al culpable, Mientras Nietzsche, menos delicado, más germánico, lo mata."

Y hay que comprender para leer el libro,- para comprenderlo pero también para entender el mundo de entonces, de las ideas de entonces, incluso del ambiente de entonces -, que habla de una época y de un situación social, política o moral concreta, la de los años 50, 60 y 70 del siglo XX; de tal modo que debes saltar esas barreras morales, éticas o de comportamiento ligadas a estos años del siglo XXI repletos de lo políticamente correcto, de papanatismo egregio, para ver y comprender las notas y descubrir el ambiente que cuentan las citas; los cambios y las situaciones que generaron estos pensamientos,
-rebuscar en sus sorpresas y contradicciones, en su extrañezas y vaguedades, incluso en sus bajezas, en sus diatribas y certezas-. de la misma forma que debes tamizarlo todo bajo el poderoso influjo de su sorna, acaso el grado más alto de la ironía, pero él mezcla una sorna educada, de piso de encima con zapatos de bailarina que no paran, con sorna de tormenta o, mejor, de ácido sulfúrico.

"Es cierto que los hombres se esfuerzan mucho para ser infelices, ¿pero lo son?"


"No nos equivocamos. Cambiamos."

Y nos muestra su mundo político, social y religioso; con esa sensación, por ejemplo, de no posarse sobre nada al pensar en Dios, en el querer y no querer creer, en establecer rígidas ideas que se contradicen y acompañan a la vez, y hablan de las personas, de él y los otros, de la sensación que cree dejar y le dejan, de la sensación de que el mundo es complejo y simple al mismo tiempo, del mismo modo que existe la vida y la muerte, y que el suicidio le ronda, -pero en la creencia de que la vida es un morir dirigido, como un camino al precipicio del fin-. La religión o la política en la que niega pero no afirma, en la que no aparece como decisión sino como una simple opción, a la que no se agarra, pero surge aquí allá en sus papeles; como surge el amor o las mujeres como objetos casi divinos, por lo trascendentes y en apariencia lejanas que de ellas parecen dejar las ideas de estas notas, acaso ligadas a esos últimos años de su vida. La vida y la muerte están unidos como lo están la divinidad y la nada.

"Dios existe. Es la falta de todo, menos de todo"

Esos años parecen reflejados en la contienda filosófica y social, que en sus notas aparecen para repartir mandobles o ironías a partes iguales a estructuralistas, a existencialistas, a marxistas, que recuerdan y reseñan un mundo apasionante donde las dudas, la capacidad intelectual, de reflexión aparecía en el centro de la vida, en el movimiento del mundo. Lejos de los caminos rosas a la nada de ahora. Vivir en este libro el mundo de Georges Perros, el suyo interior, el de las dudas y las certezas, de las exigencias y las molestias, del amor y el odio, de lo cultural, de su mirada a la poesía a la literatura, al arte, al mundo, en fin, que lo rodea es un pequeño refugio de belleza, un momento lejos del ahora, que, a fin de cuentas, eso es el arte, la literatura, el pensamiento.

"MI vida es un suicidio feliz."

"Ahoga el presente, somos los peces del aire."
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