La química del color

¡Qué no os de pereza leer a Pepe!
Lo sé, como humorista no tengo precio, pero en este fallido intento de chiste fácil, hay una gran verdad.
El autor escribe bien.
¡Qué digo! Lo hace muy bien.

La química del color es una antología de ocho relatos cuyos títulos son colores que guardan relación con los textos.

Del blanco al azul, hay un universo literario sin tapujos donde sus personajes sufren emociones en su pequeña dimensión.

Así, nuestro blanco es Lara, a la conoceremos con el sueño de una serpiente mamando de su pecho en el primer compás de un relato, donde el miedo, la inseguridad y la autosatisfacción, no son más que síntomas de una soledad deseada y odiada a partes iguales.

Rojo tiene un inicio impactante. Es el color de la sangre, que todo lo mancha. El autor nos ofrece un final al principio y después un relato inverso muy interesante.

Morado es la confirmación de que Pereza sabe impactar en sus primeras palabras. Después su prosa convierte una venganza, en un ejercicio literario cuidado y formidablemente conducido, pese al choque intencionado.

Y de esta forma, vamos navegando por una paleta de colores cuyo significado, en casi todos los casos, escapa del universal, convirtiendo, a este conjunto de relatos en un encuentro intimista con el autor.

La condición humana, en su estado individual, es el nexo de unión de estos óleos pintados con palabras sobre el lienzo de la conciencia.

Y, curiosamente, a mi juicio, siendo este, nivel inexperto, son las láminas que ilustran los retratos en tinta, mi mayor desazón, al encontrarlos insuficientes.

Una antología hecha a base de impacto y de una escritura pegadiza, ordenada y directa, que deja buen sabor de boca.