 |
Empezando por algo que identifica claramente a todo libro: su título y portada, el título me gusta muchísimo, es una forma muy original de enlazar la actividad física (las flexiones) con la mental (las reflexiones). al fin y al cabo, cuando estamos reflexionando sentimos que estamos ejercitando el corazón. En lo relativo a la ilustración que preside dicha portada, me evoca ese momento de soledad en el que el escritor se enfrenta al papel en blanco mientras observa la realidad que le inspira la vida que fluye cualquier día, en cualquier lugar y con cualesquiera personas. Ese ratito que el escritor degusta un café a la vez que la musa de la inspiración llama a su puerta. Este libro es una recopilación de relatos muy breves y de textos en forma de prosa poética en los que el amor hacia la pareja o hacia la familia tienen un fuerte peso. En sus páginas el autor se desnuda y deja que afloren sus sentimientos sin reparos ni encogimientos, sin pensar en el qué dirán o en lo vulnerable que pasa a ser. En mi opinión, constituye un claro acto de valentía y de liberación, pues al plasmar por escrito sus sentimientos se desprende de lo que le ata al pasado y le impide mirar al futuro con optimismo (muchas veces no somos conscientes de lo que sentimos hasta que lo reflejamos por escrito, pues la propia escritura supone una conversación con nuestro yo interno, ese que muchas veces desatendemos al priorizar la actividad continua del día a día). En concreto, el libro contiene ochenta y cuatro textos distribuidos en cinco partes (El fuego del desconcierto, La conciencia de la pluma, El hambre de la memoria, Mordiscos, y Cicatrices), más un prólogo y un epílogo. Dada su brevedad y carga emocional, es recomendable leerlo poco a poco, de forma que el lector pueda impregnarse de toda su esencia y sentir como propios algunos de los textos. En definitiva, pienso que es una lectura más que recomendable para cualquier persona, con independencia de que sea lector habitual o no de prosa poética, pues lo saboreará y disfrutará quizás hasta el punto de aficionarse al género. |
>
