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Colonos de Tulgia. Cuentos de hierro y pólvora se presenta como una recopilación de relatos de género ucrónico (es una ficción histórica con elementos fantásticos). La disposición de los cuentos es cronológica y, aunque independientes, se unen por un hilo narrativo común. Los cuentos son de extensiones variables, hecho que dinamiza la lectura. En todos, el ritmo es ligero y la lectura no se hace pesada. Esto se logra gracias a una considerable presencia de diálogos. Por su parte, el tipo de narrador varía de un cuento a otro, cambiando de narrador omnisciente a narrador en primera persona. El estilo del autor es muy personal y su técnica es depurada, lo que se refleja no sólo en un léxico muy amplio sino también en su capacidad para camuflarse bajo la voz de personajes totalmente distintos y para saber transmitir con su prosa sus bagajes y sus anhelos con una maestría notable. Para mí, en ausencia de unos protagonistas fijos, es la ambientación la que debe seducir al lector. Y, en cuanto a ambientaciones, considero que las historias que triunfan son aquellas en las que los autores han aplicado el famoso “don't tell me, show me”: no me digas que llueve, cuéntame qué sensaciones despierta la lluvia sobre tu piel y transmíteme cómo ese influye en tu humor y en tus actos. En esta obra, el “show me” está realmente conseguido, el lector se traslada hacia esas ambientaciones (a veces, opresivas; a veces, deprimentes; a veces, iracundas) gracias a las emociones y los pensamientos de los personajes, los cuales, además, son poco conocidos por el lector, lo que es aún más meritorio. Cruzarte en la expansión por el Nuevo Mundo con criaturas fantásticas y con anacronismos como las aeronaves es realmente cautivador. Para rematar todo esto, los toques de realismo mágico hacen de las desventuras de nuestros protagonistas unas historias difíciles de olvidar. ¡En conclusión, una lectura totalmente recomendable! |
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