Caramelo ácido

"Caramelo ácido" es una novela corta de terror de las de antes, un poco homenaje al terror de los viejos libros de bolsillo de los setenta. En ese momento había todo un subgénero de libros de horror con "niños malignos", y es esta premisa la que vamos a leer en la obra de Kealan Patrick Burke.

La historia comienza un día cualquiera en un Walmart, donde el protagonista, Phil Pendleton, se topa con un niño muy raro cuyos gritos desconciertan a los demás clientes y más viendo que su madre demacrada incapaz de reaccionar le está comprando caramelos. Tras un acontecimiento inusual ese niño terminará en casa de Phil y a partir de aquí la realidad y el delirio se mezclan hasta el punto de que Phil ya no podrá decir qué es real y qué no. Nosotros como lectores tampoco.

Él, que no ha tenido hijos, recibe un castigo en forma de Adam, que lo arrastrará en una vorágine de locura, transformándolo en su propio esclavo personal, borrando su vida pasada... Todo ese descontrol, y el tener que alimentarse solo de caramelos, tendrá su contrapartida en una terrible merma de la salud de Phil, al que se le caerán los dientes, y debido a su inédita aversión a los alternativos comunes también bajará excesivamente de peso, entre otras calamidades físicas y psíquicas. Y es que la mayor tortura será encontrar, en las paredes de su propia casa, fotos ficticias con Adam en situaciones típicas de padre e hijo.

Aquí empezaremos a sospechar que tal vez si sea su hijo ¿olvido que tenía un hijo? La propia policía se lo confirma ¿entonces por qué no lo recuerda?. No estamos ante una historia de miedo de la de estremecerse, Burke usa el terror psicológico para dotar a los personajes de una fuerza arrolladora, y a la vez ir desgranando poco a poco el trasfondo de Adam. Todo parece salido de un buen episodio de la mítica "La dimensión desconocida". Seguimos leyendo esta narración angustiosa, se nos encoge el corazón pensando que pueda estar maltratando a su propio hijo y cuando creemos que entendemos lo que ocurre, de repente cráneos huesudos, los ancianos, tentáculos, todo dará un giro hacia Lovecraft y ahí mi amor lector por lo extraño aplaude.

El ritmo y la intensidad de las escenas nos permiten leer sin pausas esta gran novela corta de algo más de cien páginas de un autor que toma lo mejor de una época y de los maestros del género para demostrarnos que en el horror puede que todo esté inventado, pero eso no significa que no se pueda seguir explorando sus múltiples facetas.

Según me acerco al final no sé si quiero saber la verdad, la historia comienza a desvelarse y aun así mi mente no quiere aceptarlo...Cierro el libro y apago la luz de mi mesita. Igual una pesadilla acompañe mi sueño, qué más da, amo estas novelas.

Se nota que Dilatando Mentes tiene un olfato especial para estos libros y autores que siempre dejan huella.

Vais a disfrutarla, palabra de reseñadora.