La casa holandesa

Es la octava novela de Ann Pratchett, una novela sobre la familia, el abandono y las relaciones de cada cual con el pasado.
En la portada tenemos un retrato de uno de los protagonistas, Maeve Conroy, un retrato que la autora del libro encargó a la artista estadounidense Noah Saterstrom para ilustrar su libro y dónde vemos a Maeve a la edad de 10 años con su abrigo rojo.
Pero el personaje principal de esta historia es una mansión conocida como la casa de los holandeses. En 1920, los van Hoebeeke se enriquecieron con el comercio del tabaco y construyeron esta mansión en medio de un parque, una casa amoblada con lujo.
En 1929, con el krach de la Bolsa los holandeses perdieron la fortuna y la casa fue comprada en 1946 por Cyril Conroy, un self-made-man, casado con 2 hijos, Maeve y Danny; la chica mayor de 7 años.
El matrimonio Conroy no resistirá a tanta munificencia y la madre dejará marido, hijos y domicilio por un rumbo desconocido.

Maeve sufrirá con la partida de la madre y se preocupará de su hermano pequeño, secundada por los servidores de la casa.
Cuando la familia había adquirido cierto equilibrio, el padre les anuncia su próximo matrimonio con una mujer mucho más joven , Andrea, madre de 2 hijas.
Rápidamente Andrea se hace presente en cada acción, desatendiendo el interés de los hermanos Conroy. Y el padre muere de una crisis cardíaca.
Andrea es la única heredera, Cyril Conroy ha dejado un fondo de pensión para costear los estudios de Danny, eso es todo.

El narrador de la historia es Danny adulto y todos los personajes tornan alrededor de la mansión. Personalmente hubiese preferido que sea Maeve la narradora porque encontré que su personaje era mucho más interesante.

Una novela escrita con mucho tacto, finura, algo enigmática y adictiva.
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