Esta novela trata de un tema poco manido como es la descripción o más bien, homenaje, de la obra de Velázquez desde un punto de vista de novela histórica. Y quizá por esto, por andar entre dos aguas no siendo un relato puramente centrado en la figura del artista y tampoco eminentemente histórico, es contraproducente acercarse a él buscando únicamente lo uno o lo otro. Igualmente, aquí reside su atractivo si se prefieren lecturas de uno u otro perfil bien aderezadas con un género de otra condición. Si tuviera que decantarme por algunos pasajes me quedo con la descripción de la liturgia en la composición los cuadros más señeros del pintor. Recomiendo encarecidamente el retrato del Papa Inocencio, los borrachos y, por supuesto, las Meninas. La prosa no destaca en exceso porque, como decía, la descripción histórica abunda incluso en las etapas más personales del artista. Se trata de una lectura de lo más recomendable para aproximarse desde ambos puntos de vista al tiempo en el que vivió un referente universal tan presente en la actualidad como en su día lo estuvo en la familia de Felipe IV. |