Ella que llegó a ser el sol

Aquel que se acerque a este libro pensando que es un retelling de Mulan, va por mal camino.

La novela de Selley Pakker-Chan me deja sensaciones distintas, sentimientos encontrados y siendo sinceros, aunque la he disfrutado, que es de lo que se trata, difícilmente leeré la segunda entrega.

La razón es absolutamente subjetiva. No me ha gustado su forma de narrar. Los cambios de ritmo, la desacerelación sin sentido y en especial, la continua aparición de personajes sin introducción y la poca profundidad del entorno histórico los digiero mal.

Tampoco soy muy amigo de la solución de la autora para que su personaje principal, pueda enfrentarse a un mundo de hombres como la China medieval, que en esto, por desgracia, era igual a cualquier sociedad occidental.

Disfrazarla de hombre. Tampoco es que existan muchos más recursos, pero son tantos los libros, y tan complicado de creer... que toda la fuerza que irradiaba nuestra actriz en las primeras páginas, se diluye.

Y es que la obra comienza muy bien, dura, miserable, con una niña que trata de vencer al hambre, comiendo cualquier cosa, pues el hecho de ser mujer le convierte en la última boca que alimentar.

La muerte de su familia le hacen tomar la identidad de su hermano para tratar de sobrevivir. Llegará a un monasterio, allí será aceptada como monje y medrará bajo el nombre de Zhu.

Mucho más acertado el villano, tanto, que para mí es el personaje más rico. Ouyang. Un hombre marcado por su pasado, inteligente, ambicioso y que crece de manera lógica a lo largo de la trama.

Ella que llegó a ser el sol es un texto interesante sobre el comienzo de la dinastía Ming, con batallas livianas, pero abundantes y conflictos personales e internos.

Una novela que arriesga al tratar de trasladar con la mirada y el pensamiento de hoy, temas sociales como el feminismo, la desigualdad y la homosexualidad. El problema es que las realidades de ayer, eran las que eran y la buena intención en eso se queda.

Por separado, las partes más densas han sido bien recibidas, aunque es cierto que rompen exponenciamente el ritmo del relato.

A pesar de ser una magnífica historia de superación se siente en exceso forzada.
Como experiencia ha estado bien, pero aquí me bajo del tren.