Diana Palmer se empeña en hacer a sus heroínas tan increíblemente inocentes que ya se pasa. En este caso, aunque entiendo muy bien que de niña le supusiera un trauma ver la condición en la que terminaba su madre no es entendible que con veintitantos años siga pensando que así son siempre las relaciones sexuales. ¿Dónde ha vivido? ¿Debajo de una piedra entre las montañas? Vamos que no, no es creíble para nada. Además, pasan unas cosas que me llevan a pensar que en realidad no están tan enamorados como deberían. Y lo digo por dos hechos: Aún así no está mal para pasar un rato, como tantas otras de su mismo sello. Pasable y nada más. |