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Crítica de balborraz


balborraz
03 June 2019
Hay ocasiones en las que la vida parece encontrar cualquier pretexto para burlarse de uno, siendo capaz de hacerte morir ahogado en el mismo agua con el que un día te quitaste la sed. Con esa habilidad macabra puede conseguir sin prestidigitación aparente, que los copos de nieve con los que disfrutaste jugando siendo niño, vuelvan a aparecer con el tiempo, incrustados en una inolvidable radiografía de tus pulmones. A Roy Cody la vida le ha dado muchos palos, pero él también le ha dado a la vida.

«Roy, ¿tú crees en el infierno?
No -le respondí-. Salvo que esté precisamente en la Tierra.»

Roy Cody, narrador y protagonista de Galveston es un matón a sueldo al que le acaban de detectar un cáncer de pulmón. Previo a esa noticia acababa de descubrir que la que él consideraba su novia, ahora se acuesta con su jefe. Por si fueran pocas alegrías, el mafioso para el que trabaja le prepara una encerrona de la que milagrosamente consigue salir vivo junto a una desconocida; una inocente y atractiva prostituta a la que el destino le une desde ese momento. Ya sólo queda la huida. ¿Pero cómo se puede huir de la muerte cuando la llevas a cuestas, cuando has provocado tanta? Roy es consciente que, «Como el asesino más puro, ya estaba muerto», pero también sabe que la vida es muy caprichosa y que al final es ella la que marca los tiempos.

Como si de trasladar una gota de sudor que está a punto de caer se tratara, la trama sigue la estela de los vientos huracanados entre las ciudades de Nueva Orleans y Galveston, dando saltos temporales entre 1987 y 2008, mimetizando en el ambiente el espíritu de los protagonistas.

«¿Entonces tu mente es como un nido de serpientes?
Lo has entendido perfectamente.»

El escenario es desolador: el calor consume los días, que transcurren entre ciénagas, moteles y caravanas, apartamentos sórdidos habitados por engendros humanos; basura blanca preñada de desidia danzando a ritmo de country. Podía ser una historia más, pero ésta está muy bien escrita: «Texas se convirtió en un desierto verde capaz de machacarte por su vastedad, un mortero cargado de cielo» / «El humo flotaba por encima de los rizos abultados y tiesos de las mujeres como la niebla entre los icebergs.»

Roy, unas veces conmovedor y otras violento, sabe que en la vida siempre se pierde, y no le faltan a la historia grandes dosis de ironía; ni siquiera con su enfermedad logra dar pena:

«Me estoy muriendo.
Todos nos estamos muriendo»

Galveston es una historia de perdedores, de antihéroes a los que la vida les ha dado la espalda, desheredados con oficios miserables que desarrollan sin remordimientos, con los que la pluma de Nic Pizzolatto logra dibujar escenas inolvidables rociadas de diálogos que roturan el pensamiento; frases imposibles impregnadas del buen entender de Mauricio Bach Juncadella, su traductor:

«Sus pupilas oscilaron como si estuvieran siguiendo con la mirada los movimientos de un enjambre.»

Un buen día también la vida le mostró otros caminos a Roy, permitiéndole conocer el placer de la lectura: «Me sorprendió descubrir que existía esa libertad forjada exclusivamente con palabras.»


Enlace: https://balborraz.blogspot.c..
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