El cuarto libro de la saga de Erik Vogler no me ha parecido tan original como lo anteriores. Lo único que vemos a un Erik un poco más osado y enamorado, en una situación que recuerda mucho (demasiado) a Diez negritos. Lo bueno es que es una historia corta, va al grano, tiene su toque de simpatía, intriga y esa horrorosa personalidad de Erik que lo hace especial.
|