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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
28 November 2017
Qué feliz soy cuando me encuentro con joyitas de estas en el momento más inesperado. Vuelvo a la carga con una novela corta clásica. No conocía de nada a su autor, solo me dejé llevar por la portada, la sinopsis y lo mucho que prometían las dos cosas envueltas en el papel de regalo del auténtico humor irlandés que tanto me gusta: socarrón, irónico, amable, surrealista... con un puntillo negro, pero no demasiado oscuro.

Toda la novela en sí es magnífica, pero el segundo capítulo me parece tan soberbio que lo he leído ya no una, ni dos, sino tres veces. Y conforme escribo me dan ganas de volver a leerlo una vez más. Qué socarronería gastaba O'Kelly, y qué bien escribía además. No diré lo que digo siempre sobre los relatos largos-novelas cortas que reseño (que es una gran historia llena de talento y espléndidamente narrada en muy pocas páginas), pero me quedo con las ganas... ah, no, que ya lo he dicho :)

Mortimer Hehir, el tejedor, ha muerto. Es el único del pueblo, junto al tonelero Malachi Roohan, que tiene el privilegio de ser enterrado en Cloon na Morav, el Prado de los Muertos. Este cementerio existe desde los albores del cristianismo en Irlanda, ha visto pasar decenas de siglos ante sus ojos, y el tiempo ha hecho de él un amasijo laberíntico de senderos y tumbas con nombres borrados por la erosión en el que es imposible encontrar nada, porque tampoco existen mapas, planos ni registros de las ubicaciones de las sepulturas. Lo único que está claro es que el derecho de ser enterrado allí está basado en derechos tradicionales que ya no existen, que Mortimer Hehir posee ese derecho, y que hay que encontrar la tumba de su padre, pues ahí debe ser enterrado él. Pero claro, a ver quién es el guapo que la encuentra.

[...] Cahir Bowes, el picapedrero, tan doblado de cadera para arriba que andaba con la espalda horizontal, como los animales. Empuñaba en la mano derecha un bastón que lo sostenía por delante, mientras con la izquierda se sujetaba la chaqueta por detrás, justo por encima de los riñones. Con estas estratagemas conseguía no caerse de bruces al andar. La fuerza magnética de la madre tierra tiraba de la frente de Cahir Bowes, y Cahir Bowes evitaba hasta el final su beso funesto.

Y aquí entran en acción nuestros dos héroes: Meehaul Lynskey, el fabricante de clavos, y Cahir Bowes, el picapedrero, acompañados de los dos sepultureros (gemelos) y de la joven viuda. Estos dos ancianos yacen olvidados de la memoria del mundo desde hace mucho, mucho tiempo, y de repente se reclama su ayuda: tienen que encontrar la tumba de Mortimer, son los únicos lo suficientemente viejos para hacerlo. Y deciden disfrutar de su último minuto de gloria. Ya encontrarán la tumba, ya, que primero van a tomarse su tiempo y a regodearse de la sensación de sentirse otra vez útiles, porque saben que una vez encuentren la tumba, volverán a quedar enterrados en el olvido para no resurgir jamás. Y campan a sus anchas por el cementerio comentando escándalos pasados, señalando tumbas y cotilleando sobre los muertos hasta que los sepultureros se impacientan y les urgen a tomar una decisión, ¿cuál es la tumba del tejedor? Y aquí, aquí, comienza la historia... porque ninguno de los dos tiene ni idea, pero los dos están tan seguros de que la tienen y de que el otro no sabe de lo que habla, que se rompe la armonía. Y entre los dos tercos abuelos empiezan a volar las pullas, el quien sabe más, el quien sabe menos, el "no tienes ni idea", el "por aquí", el "no, por allí", el "ya verás como viene tal del más allá y te da un cucharazo por haberle abierto la tumba", el "acuérdate que aquel día pasó esto y aquello", el "a mí me lo vas a contar, que estaba allí"... os vais haciendo una idea :)

Y de repente tenemos un cambio de tercio y la historia se nos pone profunda, existencialista, se reflexiona sobre la vida, sobre lo que somos, sobre lo que creemos que somos, sobre lo que creemos que vivimos... sin dejar nunca ese tono irónico, amable... y hasta tenemos tiempo para un poco de romance antes de volver a Meehaul y Cahir y averiguar si encuentran la tumba de Mortimer antes de hacer una auténtica escabechina en el cementerio abriendo y cerrando las tumbas equivocadas. Todo en unas 70 páginas.

"Fíjate bien, Nan, fíjate bien lo que te digo del tejedor. Su vida fue un sueño y su muerte es un sueño. Y su viuda, que está aquí, es un sueño. Y el mundo entero es un sueño. ¿Me oyes, Nan, lo que te digo, que este mundo no es más que un sueño?"

No debo contar más. Si os gustan las novelas cortas, os encantará. Si os gustan las novelas cortas amables con fino sentido del humor, os apasionará. Si os gustan las novelas cortas amables con fino sentido del humor que describan la idiosincrasia del espíritu irlandés, ya podéis hacerle sitio de honor en la estantería. Me ha encantado la prosa de Seumas O'Kelly, lo bonito que hace lo sencillo, lo elegantemente que describe la realidad y lo conciso que narra aquello que otros necesitarían páginas para desarrollar.

Esta edición que os muestro es la segunda de la novela, editada con 6 o 7 años de diferencia con respecto a la primera. Felicito a Sajalín por el cambio de la ilustración de la cubierta para esta segunda edición, que es una auténtica maravilla y mucho más bonita que la primera. Pongo muestras, y cierro reseña, que aún soy capaz de enrollarme otro párrafo más :
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