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Crítica de HumildeLector


HumildeLector
19 January 2022
La editorial Lumen rescata la celebrada autobiografía de la escritora y guionista de cine Edna O'Brien, que en estos momentos estará a punto de convertirse en una mujer centenaria.

Madre Irlanda fue escrita en 1976 y desde entonces la autora ha vivido muchas cosas. Estas memorias abarcan su infancia en el condado de Clare, los años de escuela, su sorprendente y fugaz paso por el convento (sí, por increíble que parezca, la revolucionaria Edna iba para monja), su traslado a Dublín y finalmente su «huida» (sic) a Londres.

Lo más interesante de Mother Ireland es que es un relato de altísima calidad literaria que se mueve entre el amor y el odio hacia su propia tierra. Supongo que no basta con leer y tratar de entender. Imagino que para aprehender esta obra en toda su dimensión hace falta ser irlandés. Aun así, para esta es una buena forma de acercarse al alma de esas tierras para los foráneos.


A través de los ojos de Edna O'Brien, primero de niña y luego de adolescente, vemos un país de paisajes abandonados y melancólicos, donde la religión católica acapara todos los órdenes de la vida, pero en el que los mitos paganos sobreviven a su manera. En esa «Madre Irlanda» cuyos pechos amamantaron a O'Brien, en la educación se cultiva el victimismo (los ingleses, la hambruna, la eterna mala suerte) y en el día a día se venera la desgracia. El rencor y el conformismo coexisten sin demasiados problemas, mientras que algunos clichés como la del irlandés pendenciero, fatalista y bebedor, son más reales de lo que cabría esperar.

«Los rudos irlandeses, inconscientes, libertinos, indomables, supersticiosos, religiosos, execrables, bebedores empedernidos de whisky, frívolos, francos, cariñosos, coléricos y presuntuosos en la guerra».

Todo se presenta en forma de narración un tanto desordenada, pero siempre elegante, con una ironía cargada de tristeza y algunas gotas de humor irlandés, como la anécdota del párroco que sospecha que la mujer que limpia en su casa se bebe su jerez a escondidas.


El libro viene acompañado por las fotografías de Fergus Bourke, que sirven para subrayar las reflexiones de la autora y componen un curioso mosaico de la vida y la sociedad irlandesa de mediados del siglo XX.

«La gente se enamora de Irlanda (…) Los visitantes hablan y conversan con los oriundos, pescan, cazan aves salvajes, comen pan moreno, beben de pozos sagrados, besan piedras de los deseos; experimentan un auténtico deslumbramiento, pero nunca el deseo de quedarse.«

Ante todo, Madre Irlanda es un libro para disfrutar, aunque también para aprender sobre el país y sus gentes. Ambos son aparentemente juzgados con rudeza por parte de la autora:

«El auténtico enfrentamiento con Irlanda empezó a madurar a partir de ese momento: había pensado en cómo me había deformado, y a mis allegados, y a sus antepasados antes que a ellos, todos lastrados por una serie de miedos: miedo a la Iglesia, a la mezquindad, a los fantasmas, al ridículo, al hambre, a la aniquilación…»

Pero esas críticas y comentarios mordaces destilan un indisimulado afecto hacia su país. No hay ajuste de cuentas, ni venganza. Edna O'Brien reconoce que Irlanda le dio mucho, tanto bueno como malo. Y que sólo la distancia, la del espacio y el tiempo, permite apreciar todo en su justo equilibrio.
Enlace: https://humildelector.com/20..
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