Si él hubiera estado conmigo

Me ha encantado, pero preparad los pañuelos porque salir de este libro, se sale. Pero la cuestión es, ¿Cómo se sale? Ay, almas de cántaro, ya os digo yo que saldréis destruidos como personas y seres de luz.

Y es que está historia está hecha para sufrir. Te mantendrá con el corazón en un puño durante toda la lectura, hará que especules, tengas fe en la raza humana y a la vez no te expliques cómo puede pasar lo que pasa.

Se sufre, sí. Pero es de ese tipo de sufrimiento que no resulta gratuito. Es en cierto modo liberador, un aprendizaje página tras página que te hace apreciar las cosas buenas de la vida, esas que por ordinarias y constantes olvidamos y damos por hechas (y que son la verdadera felicidad).

Es especialmente bonito ver la evolución de los personajes. Lo realistas que son, lo trágico de las decisiones que no se toman por temor, inseguridad y el qué dirán.

No esperéis una historia grandilocuente, ni con personajes especialmente complejos. Pero aunque normalmente necesito personajes trabajados, en este caso no he sentido que por serlo menos la historia perdiera intensidad. Son personajes muy de verdad, de esos que sientes en carne y huesos y por ello, la lectura es muy inmersiva.

Y como ya he dicho: el final. No soy tiquismiquis con los finales y si la historia es buena, aunque el final sea "normal" suelo valorar bien la historia. Pero en este caso no solo es un buen final, sino que es de esos que te remueven muchísimo por dentro, te sacuden y te dejan unos minutos en shock. Y agradezco muchísimo este tipo de finales, porque son precisamente esos, los que te hacen reflexionar, los que me interesa leer.

Si os gustan las historias sensibles, muy humanas, reales y sentidas, con una carga muy potente de reflexión y toneladas de sufrimiento y pañuelos a mares, es vuestra historia 😉