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Mika va a volver a su casa después de nueve años. Narrada en primera persona, la novela nos presenta los recuerdos de su protagonista el verano en el que su familia acogió a un niño bielorruso que sufrió muy de cerca las consecuencias del desastre de Chernobyl. Pero Seriozha no llegó en un buen momento. Los padres de Mika están cada vez más distanciados después de la muerte de su otro hijo y Mika no sabe gestionar sus sentimientos al respecto... Por el argumento, iba completamente preparada para el drama. de hecho, es una novela que tengo desde el año pasado, pero que conociendo la relación tan estrecha entre Japón y los desastres nucleares, me imaginaba que no iba a ser una lectura alegre y la he ido posponiendo hasta ahora... Sin embargo, tampoco ha sido el melodrama que se podía esperar de la guionista de Candy Candy. Y lo agradezco. Es una historia que va de relaciones humanas, de solidaridad, de hacer el bien, pero también de la muerte y la enfermedad, del duelo... Y el estilo tan sencillo y a la vez evocador de Keiko Nagita le aporta una solemnidad a las historias de los chicos de acogida y de sus hogares, que creo que le concede la importancia que se merecen. También querría destacar la edición, con ilustraciones que anteceden cada capítulo y letra muy cómoda de leer. Es literatura juvenil, de lectura muy ágil, y muchas de sus páginas vienen con espacios en blanco que en otros libros me molestan por estar desaprovechando papel, pero que en este caso me han parecido ideales para dejar un espacio a la reflexión... Porque es un tema que da para pensar: ¿podemos los seres humanos arreglar lo que nosotros mismos estropeamos? Keiko Nagita opina que sí. Yo soy más partidaria del ojalá. |
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