 |
“Más lejos, tal vez” Esa corta frase resume la condición del viajero que Mutis personifica en Maqroll el Gaviero: vivir en un futuro que rara vez responderá a nuestro deseo pero que impide vivir un presente que solo cuando es pasado se advierte feliz. Así, el presente nunca nos corresponde, otro es siempre el mundo en el que deberíamos vivir, otras las personas a cuyo lado deberíamos estar o con las que deberíamos haber permanecido. “Es muy malo cuando se vive parte de la vida haciendo el papel que no era para uno, y peor aún es descubrirlo cuando ya no se tienen las fuerzas para remediar el pasado ni rescatar lo perdido.” Uno de esos estados del ser humano que nos define y han marcado toda nuestra historia, el eterno descontento con la situación de la que disfrutamos, la necesidad de ir más allá, de llegar más alto, de hacerlo más rápido, de probar nuestra suerte, de un movimiento constante al que nos empuja nuestra “fervorosa vocación de felicidad” que en la gran mayoría de casos solo puede terminar en derrota, aunque ello no nos impida empecinarnos en una ineludible nueva aventura. “Siempre me ha sucedido lo mismo: las empresas en las que me lanzo tienen el estigma de lo indeterminado, la maldición de una artera mudanza. Y aquí voy, río arriba, como un necio, sabiendo de antemano en lo que irá a parar todo.” Es más, como en el caso de Maqroll, se es muchas veces consciente desde el principio del fracaso que quizás, en el fondo, se busca, de tal modo que esa aventura no acabe por atraparnos e impedirnos un nuevo viaje, pues es este lo que en realidad cuenta, no el destino. “No lo hago por pura inercia. Es como si en verdad se tratara sólo de hacer este viaje, recorrer estos parajes, compartir con quienes he conocido aquí la experiencia de la selva y regresar con una provisión de imágenes, voces, vidas, olores y delirios que irán a sumarse a las sombras que me acompañan, sin otro propósito que despejar la insípida madeja del tiempo.” Maravillosa novela, bella, intensa, triste, sugerente, fatalista, clásica. “Qué complicado es todo. Cuántos tumbos en un laberinto cuya salida hacemos lo posible por ignorar y cuántas sorpresas y, luego, cuánta monotonía al comprobar que no han sido tales, que todo lo que nos sucede tiene el mismo semblante, idéntico origen.” |
>
