Las tribulaciones del estudiante Törless

Narrativa agonizante del Imperio Austrohúngaro. Básicamente se trata de la búsqueda del yo, o del hallazgo del yo -la Ichfindung de época- por parte del aturdido Törless. Es aristocrático, intelectual, homosexual, sádico, afiebrado, kantiano, singular y universal, prototipo de clase. Se puede leer como una lucha entre la identidad individual y la imposición de la cultura colectiva, de sus usos y costumbres. Las preocupaciones abstractas de Törless, la matemática, la filosofía kantiana, la religión, lo trascendental, son rechazos contra la cultura que terminan por atraparlo más y más en las redes de sobreentendidos de la misma cultura. Avanza la lectura, surge la pregunta, ¿hay convergencias entre diferentes decadencias de imperios? Creo que hay un diálogo con los padecimientos del joven Werther, un hilo rojo que conecta ambas decadencias. Hay también algo de anticipación del nazismo en Törless, la crueldad como exigencia de la identidad, la atribución de castigos, la construcción de una idea de superioridad ficcional fundada en la violencia. Una nota innecesaria: en los pasajes más afectados, más Sade, esos momentos en que todos radicalizan su rol -opresor, oprimido- me resultó inevitable imaginar algo más saludable, y se me apareció lo mismo todas las veces. Luca Prodan -músico punk ítaloargentino- estuvo en un colegio como el de Törless, pero en Reino Unido en lugar de Austria y rompió esa máquina cultural, al menos en su pequeño mundo y entorno. El Príncipe Carlos, de obvia mayor jerarquía aristocrática que Luca, recibió unas cuantas palizas del poeta del Abasto. Qué alivio. Un anti-Törless. Es posible la rebelión. Entonces Törless me parece un cobarde, un sofisticado cagón.