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Crítica de Guille63


Guille63
16 March 2023
“Las personas excéntricas hacen bien a las convencionales, simplemente porque pueden hacerles concebir que las cosas sean diferentes. Esto les proporciona un sentimiento de libertad. Nada es más educativo, a fin de cuentas, que el modo de ser de otras personas.”

Una novela temprana que no es de lo mejorcito de la autora, y aun así contiene muchos de los elementos que la han hecho grande.

Murdoch es un caso raro en la literatura. Su estilo, profundamente clásico, realista, como sacado del XIX, choca sorprendentemente con su forma de abordar los temas, con sus salidas de tono, con un humor que parece venir a decirnos que no hay que tomar muy en serio lo que cuenta ni ya, de paso, la vida entera. de ahí su querencia por los enredos, las situaciones inverosímiles, los elementos mágicos, las posiciones ridículas en las que con frecuencia coloca a sus personajes, por lo demás muy normales… Como un día leí a Ignacio Echevarría: “El modo más certero de cifrar el arte narrativo de Iris Murdoch consiste en describir sus novelas como “vodeviles” filosóficos, o morales.”

Porque sí, a pesar de toda esa supuesta trivialidad, sus novelas son profundamente morales.

“Imagina que vivir en un estado extremo significa, necesariamente, descubrir la verdad sobre uno mismo. Lo que descubre entonces es la violencia y el vacío. Pero mire más bien a los otros y anúlese a sí mismo al tomar conciencia de ellos. Si se preocupara realmente por los otros y dejara las puertas abiertas a cualquier herida que pudiera infligirle, se enriquecería de una forma que ahora no puede ni siquiera concebir. Los dones del espíritu no atraen a la imaginación… La verdadera libertad consiste en la ausencia total de preocupaciones por uno mismo.”

La abolición del ego es el gran principio moral de Murdoch y, por ende, la fundamental condición del artista. Una obra solo puede llegar a ser buena si el artista es moralmente bueno, esto es, si ha sido capaz de alcanzar el grado de humildad suficiente como para evitar toda subjetividad en su obra. Una posición que a mí se me antoja, cuanto menos, curiosa, pues entiendo el arte justamente al contrario, como una forma única y subjetiva de ver el mundo que nos permite a los demás contemplarlo desde una perspectiva desconocida. No solo eso, la idea que Murdoch tiene del arte y del artista se me antoja esencialmente imposible, tanto por el propio artista como por su público, al que también, por coherencia, se le deberá exigir la misma falta de subjetividad en el momento de enfrentarse a la obra.

El otro gran tema de Murdoch es el amor, aunque más bien su objetivo sea atacar con todas sus fuerzas a eso que podríamos llamar el enamoramiento, ese estado febril que nos perturba y tanto nos complica la vida, que nos nubla la razón y nos vuelve egoístas, que consigue que abandonemos matrimonios, hijos… en pos de una supuesta felicidad que inevitablemente se deshará tan rápidamente como un castillo de arena.

Otra cosa curiosa que tienen la mayoría de sus novelas, al menos las que yo conozco, es ese personaje dominante, de los que “raramente sacrificaba el ingenio al tacto”, y que son adorados y admirados por otros personajes más débiles que se someten a ellos con absoluta dedicación. Y digo que es curioso porque, como se dice en la novela, “Todo retrato es siempre un autorretrato”.

En fin, de todo esto encontrarán en “El castillo de arena”, una obra sencilla y entretenida que puede ser una buena entrada al universo Murdoch.
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