El abanico japonés

El error del impulso
Claudia D'Angelo no ha tenido una vida bonita a sus quince años. A temprana edad perdió a sus padres y su hermana gemela en un atentado y desde entonces el mutismo la rodea. Su hermana y su tío han intentado que Claudia sea una muchacha feliz, pero no será hasta escuchar la música de Raoul de Radcliffe el momento en el que ella vuelva a estar completa, que vuelva a ser capaz de dirigirse al mundo.
Así nuestra novela romántica de hoy comienza con un hecho muy impactante para nuestra protagonista. Lo cierto es que lo conoceremos en primera plana, sino a través del resto de personajes, pero sí que nos hará comprender desde un principio las peculiaridades de nuestra protagonista que, con lo único que sueña, es con ser feliz como en sus novelas románticas.
Así entra en juego Raoul, el vecino de Claudia, que gracias a la música logrará despertar los sentidos de la muchacha. Sin embargo, este impulso vital será la marca de destino de Claudia, ya que un nuevo accidente determinará el futuro de ambos adolescentes.
Contrarios sentimientos
En ese sentido, la nueva Claudia que pronto se desarrolla en la obra será una muchacha con muchas ganas de vivir y, por ende, bastante impulsiva. El lector se reirá con ella de sus ocurrencias, pero en mi caso particular, ha habido momento que, aún siendo mayor, su personalidad me ha desesperado mucho. Esa idea de ser pizpireta e inconsciente me ha sorprendido en algunos puntos y, aunque reconozco que venía muy bien para la trama, ha hecho que me interesa más por otros personajes.
De estos otros, debo decir que he disfrutado de todos ellos. Desde lo hermanos de Claudia hasta la futura familia política, todos me han parecido interesantes, con una personalidad muy curiosa y una manera de relacionarse que enganchaba. Annie, Eidrian o Ethan por ejemplo han sido personajes memorables.
Y sí, no estoy hablando de Raoul porque ha sido otro de los personajes que no me ha encandilado. Ambos protagonistas han tendido a lo hiperbólico y creo que quizá ese punto de exageración me ha podido un poco. Sin embargo, la historia me ha parecido muy interesante, sobretodo en la relación de personajes y, aunque pueda sonar mal, que para mí no lo es, el epílogo que nos ofrece la autora que es una historia para mí preciosa.
Temas y clichés
Lo que sí que acuso es cuando en una novela un cliché se repite dentro de la misma narración. Me resulta pesado que suceda lo mismo una y otra vez, y en esta si no tengo mal las cuenta sucede igual tres veces y media. Ahora bien, cuidado con esto que acabo de decir porque creo que esta repetición en esta obra tiene otro sentido.
Si el cliché lo convertimos en tema y, además, se refleja una oposición patente a él quizá me convence más. En este caso la cuestión de la violencia la mujer y del derecho de posesión que creen tener algunos hombres se desarrollan y se ahonda en ellas, de manera que la repetición es una nueva perspectiva del acontecimiento.
No puedo desarrollarlo mucho porque no quiero destripar la historia, sin embargo, cada una de las repeticiones nos ofrecen perspectivas distintas. Las motivaciones, los resultados y las actitudes de las mujeres van cambiando. Esto me ha resultado muy interesante para coger el cliché de «serás mía y de nadie más» y condenarlo un poco.
Elegancia y estilo
Eso sí, más allá de los pequeños pero que le he puesto, he disfrutado de la novela y me la he leído con cierta soltura. Creo que ello se debe al estilo de la autora, que es muy fluido y ágil y que no escatima en expresiones cercanas al lector. A veces la romántica de época considera que hacer complejo el lenguaje ambienta más, sin embargo, en mi consideración creo que se confunde la dificultad con la agudeza. Desde luego, debido a las convenciones sociales, el tono de las conversaciones era mordaz, sarcástico e irónico; pero eso no significaba que hablaran con profusión de figuras literarias.
Así nos lo enseña Marta, Claudia igual que puede ser una dama con una conversación de alcurnia, puede decir las cosas directamente e insultar a quien tenga delante si hiciera falta. En este aspecto la obra gana en dinamismo, así como por la trama es está bien urdida y no se anda con medias tintas.
Un soplo de aire
En definitiva, El abanico japonés es una obra que ha estado bien y con la que me he entretenido. Es cierto que hay detalles que no termino de cuadrar, pero creo que es algo más personal que inherente a la obra.
Si os gustan las obras del género creo que esta es una obre breve que os ayudará desconectar y disfrutar de una buena tarde. Espero que os guste.

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