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Ottessa Moshfegh hace de Lapvona un vehículo para mostrarnos lo más oscuro y perturbador del ser humano. En sí, la aldea es un personaje más, si no el más importante de la novela. Es el pilar principal sobre el que se asienta el elenco de personajes que nos acompañan durante la trama. Personajes como Marek, nuestro protagonista, un niño que tiene unas inclinaciones un tanto...oscuras en lo que a ciertas prácticas se refiere, por influencia de su padre, Jude. Es por medio de ellos que comienza la historia, y que vemos cómo se desarrollan los acontecimientos, que no describiré aquí porque no quiero spoilear. Lapvona es mi primer acercamiento a Moshfegh, y no me ha decepcionado. Su pluma es bizarra, descarnada y va al grano. Si eres de estómago débil, igual no deberías leer esta novela, porque esta señora no se corta a la hora de describir cosas, así que ten en cuenta todos tus trigger warning y añádele unos mil más. Con respecto a la temática, la base de Lapvona es la religión como el "opio del pueblo", como un instrumento de poder y de corrupción, utilizado por personas que no saben lo que hacen, pero pretenden hacer que el resto baje la cabeza y se esclavicen. Por esto y por muchas otras cosas, Lapvona puede (al menos desde mi punto de vista), extrapolarse a la vida real. Tal y como dije antes, es una novela perturbadora; es extraña, pero en ocasiones te deja respirar, y puedes ver algo bueno en lo que te cuenta. Cuesta verlo, pero está ahí, entre todo lo bizarro y oscuro. Lapvona no es una novela para todos los gustos. Puede dar asco, escandalizar y hacer que te preguntes qué diablos estás leyendo unas ochocientas veces. |
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