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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
17 December 2017
Tenía muchas ganas de echarle las zarpas a este libro, porque a lo tonto me he juntado con varias novelas ilustradas por Sara Morante y quería ver cómo se desenvuelve como escritora. La edición en sí a primera vista es de las que enamoran y te dan ganas de llevártela nada más verla, pero no es lo mismo ilustrar que escribir... y bueno, tenía curiosidad. No voy a decir que la curiosidad mató al gato, porque la expresión está muy trillada y además sería un poco exagerada porque matarlo, lo que se dice matarlo, no lo ha matado, pero sí que es verdad que me sigo quedando con Morante en su faceta de ilustradora. de aquí a Lima.

Supongo que a estas alturas el argumento de este libro ya es muy conocido, pero en cualquier caso hago un breve resumen. Narra la vida durante cinco días de una serie de personajes que habitan en un caserón de principios del siglo XX sito en el número 16 de la calle Argumosa. En ningún momento se nos ubica temporalmente la narración y realmente algunos datos despistan, porque lo mismo puedes estar en los años 30 que en los 40 o 50. Quiero creer que es a principios de los 30 porque si no los personajes debería haber vivido de un modo u otro la Guerra Civil española y no se hace mención alguna al respecto, pero lo dicho, esto es muy difuso y se saca un poco por intuición. Pongamos que estamos en el comienzo de la década de 1930, aunque a saber.

El libro está estructurado con un breve prólogo; después, un "Dramatis personae" en el que se nos explica, desde el primer piso hasta el ático, quién vive en cada rellano, todo acompañado con una ilustración al lado para que ubiquemos a cada personaje. Y después de esta presentación la narración se divide en 5 capítulos, cada uno de ellos dedicado a un día de la semana (de lunes a viernes) donde se nos narra en fragmentos separados lo que ocurre en la vida de cada uno de los habitantes de esos pisos hasta llegar a determinado suceso. Una veces interactúan con otros vecinos, otras no. Para terminar, un brevísimo capítulo final que cierra la historia.

La prosa es bonita, detallista, preciosista incluso, y se recrea en descripciones de todo tipo; la historia tiene un poso de nostalgia que invade toda la narración que le da un toque muy único, muy propio; se lee en una tarde, la edición es preciosa hasta decir basta... pero ahí he visto el problema, que a ratos me daba la sensación de que importaba más la forma en que se contaban las cosas que el fondo. Mucho más. Unas historias interesan por lo que cuentan, por la construcción del personaje en sí, como pueden ser las de Berta, María y la Musa; otras son muy originales y en cierto modo desgarradoras por la forma que tienen de contar lo que le sucede o el proceso que está atravesando ese personaje, como puede ser la de Emilio; pero otras parece que están solo para rellenar, como la del señor Ruballo, y lo que es peor, para lucir narración, como la de los López, que todavía no sé qué pintan en la historia salvo para detenerse en cierta escena y preciosear en la forma que tiene de contarla, escena que no aporta nada a la trama salvo para eso, lucir narración, y ahí se termina la importancia de los López.

Tampoco se puede contar mucho más porque apenas son 145 páginas, 54 de ellas ilustraciones, así que la trama se reduce a unas escasas 90 páginas en las que se aprovecha bien el espacio y terminamos la lectura teniendo una idea bastante aproximada del pasado de cada personaje y lo que les ha llevado al presente que viven en el momento en que trascurre la historia. Es decir, que hay que reconocerle a Sara Morante que la novela es breve, pero que sabe dar todas las pinceladas necesarias para otorgar a sus personajes del necesario pasado que les hace ser lo que son y para que el lector sepa a qué atenerse con ellos, al tiempo que narra el presente de esos cinco días para llevarnos a la escena final, que por otra parte, se ve venir de un modo u otro.

Aun así, a pesar de que realmente es una nouvelle bastante atractiva y muy bien escrita, admito que la lectura me ha dejado un poco fría. La he leído con interés, pero me ha dejado con la sensación de que faltaba algo. No sé si era alma, profundidad, cercanía... pero es una lectura que tengo que reconocer que no me ha cautivado. La he visto demasiado enfocada a la forma, y no me refiero solo a las ilustraciones. Voy a redundar diciendo que es bonito escribir bonito, pero una historia también tiene que tener un poquito de entrañas para llegar a la patata del lector, y me ha faltado esa esencia mientras leía. Llegas a esa última escena y te quedas igual. Está narrada de un modo muy sugerente, casi bonito para narrar lo que está narrando, pero ni sientes ni padeces cuando la lees. A lo mejor es lo que pretendía la autora, pero a mí se me ha quedado corto de emociones y sentimientos. Es que no ha conseguido que sienta nada.

Sobre la edición, nada que objetar. Una maravilla empezando por la sobrecubierta, pasando por la cubierta con esa textura como de tela, hasta un interior donde las ilustraciones de Morante son las reinas del cotarro y que, obviamente a modo de opinión personal, están muy por encima de la historia.

Creo que este libro no puede concebirse sin las ilustraciones que la acompañan y la autora que firma ambas cosas. Esta historia sin esas ilustraciones y sin la autora que da forma visual a lo que ella misma está narrando con palabras, pierde toda su razón de ser. Reconozco que yo cuando terminé de leer pensé: "Si yo escribo esta misma historia, nada más que la historia, yo, que no soy nadie y que no conozco a nadie en ese mundillo, y lo mando a una editorial... por muy bonita que esté escrita, por mucha imaginación que le eche a ciertas escenas, ¿me la hubiesen publicado?". Y la respuesta yo creo que es obvia.
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