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Este libro es el segundo de la saga de aventuras de Tomas Viñuelas. En él se hacen muchas alusiones al primero, aunque si bien es verdad que sin esos apuntes se podría leer este libro y enterarte de todo lo que está sucediendo sin problema. Es una novela policiaca en la que se juntan varios delitos por resolver que al final acaban confluyendo y teniendo todos que ver. Delitos que vienen de un pasado lejano, un pasado en el que también se ve inmerso Tomas, ya que cuando era joven estaba trabajando en la comisaría en la que sucede una de las subtramas y en la que sin quererlo se verá involucrado. La historia se ubica en Sevilla y, como indico, nos habla de varios delitos, de trata de blancas, de abusos a menores, asesinatos, carteles de Colombia y entre todo eso un asesino en serie que se ha colado en medio y le va dando instrucciones y desvelando pistas al ex inspector a través de un tercero. Se trata de una historia oscura, un submundo delictivo que no nos imaginamos desfilando por las calles de Sevilla y que te atrapa en la forma de redactar del autor que hace que pasen las páginas sin que te des cuenta, abriendo muchas incógnitas aparentemente inconexas, que te generan mucha intriga. El cierre del libro es bueno, dejando todos los cabos cerrados de todos los personajes sin saltarse ni el más secundario. Los personajes hay de todo, los hay muy bien perfilados y otros que a mí en particular no me han acabado de atrapar, pero como básicamente la historia se centra en el asesino y Tomás, al final tampoco perjudica demasiado que no estén bien perfilados. Por poner una pega es la rapidez con la que se desarrolla todo en las últimas páginas tras la calma inicial en la que todo parece que va a ritmo, sin desvelar nada más que lo necesario en cada momento. |
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