Don Juan

No hay obra de Molière que haya leído que no me haya gustado. Como en todas sus obras, la historia aquí sirve de excusa para desplegar una mordaz crítica social. Don Juan puede hacer lo que hace por su condición social, que le da impunidad de acción, junto con su poder de persuasión a través de la palabra y su capacidad de mentirle a la gente en la cara sin que se le mueva un pelo. Molière pone en boca del sirviente Sganarelle (interpretado por él mismo en el estreno) su crítica a una sociedad hipócrita, corrupta y abusiva. "¿Creéis que por ser de alcurnia, por tener una peluca rubia y bien rizada, unas plumas en vuestro chapeo, una casaca bien dorada y unas cintas de color de fuego (...) que sois por eso un hombre más hábil, que todo os está permitido, y que nadie debe atreverse a deciros las verdades? Sabed por mí, que soy vuestro criado, que el Cielo castigará tarde o temprano a los impíos; que una mala vida trae una mala muerte". El final también es una de las grandes genialidades de la literatura, pero no voy a spoilear 😉