El avaro; El enfermo imaginario

Estamos ante dos obras de teatro que Molière escribió hacia el final de su carrera. Se nota por ello que esta madurez profesional y personal le llevan a ser muy creativo, y no solo nos ofrece aquí dos obras de teatro, sino que además crea un espectáculo dentro de cada una de ellas, para deleite del público.

Molière no solo escribió estas dos obras, sino que también las interpretó como actor. Quizá por ello, no solo tenía el punto de vista del autor sino también del actor, y pudo crear estas dos obras con mucho más tiento si cabe.

Ambas obras tienen puntos divertidos, de sinsentido pero llenos de gracia. Esta comicidad hace que resulten sumamente entretenidas de leer, y debe de ser un goce el verlas representadas.

También hay un punto de denuncia social en las dos, ya que las historias giran alrededor de una hija obligada a casarse con el pretendiente que mejor le parece al padre, sin preguntarle siquiera su opinión. Esta denuncia hacia la forma de casar a las hijas sin su consentimiento está expuesta en ambas obras de una manera directa, sin tapujos.

El maltrato al criado y sirviente, dando igual su género, me ha parecido un tanto aberrante. Esta práctica es representada a través de la comicidad, cosa que no me ha hecho gracia.

En general, me han parecido obras divertidas y entretenidas, aunque después de haber leído la primera, no queda mucha sorpresa en la segunda, porque el tema es parecido: cambia un hombre avaro por un señor que se cree enfermo todo el tiempo, pero ambos queriendo casar a su hija con un patanatas. No obstante, me ha gustado mucho su lectura.