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Esta breve obra de teatro de Molière es un ejemplo más de cómo el dramaturgo era capaz de escribir una historia que de primeras puede parecer sencilla pero con la que realmente nos dice mucho. No nos dejemos engañar por la trama: es mucho más profunda de lo que parece en un primer momento, pero hay que darle una oportunidad. Lo que más llama la atención durante la lectura y que conviene destacar es el humor de Molière en este caso concreto. Es cierto que suele ser irónico en cada obra suya, pero en esta además parece en algunas ocasiones hasta socarrón. Es una obra muy divertida de leer. Uno de los puntos fuertes del libro es que el protagonista y el villano convergen en el mismo personaje de Don Juan. Por un lado, sientes que el protagonista tenga tantos problemas, pero por otro, crees que todo lo malo que le pueda pasar se lo merece con creces. Es una lectura muy recomendable, la cual puede llegar a ser muy corta, ya que engancha y a la par es breve, pero que si se tiene paciencia y se invierte un poco de tiempo en reflexionar sobre ella, puede ser de esas que se quedan grabadas por mucho tiempo en tu cabeza. |
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