Cartas a Antonia

Miedo, aquel sentimiento que nos puede convertir en seres valientes y nos ayuda a enfrentar a los demonios. Este libro es la historia de un hombre que se hizo amigo de sus miedos para que su voz resonara en el viento, mientras el taconeo de sus pasos llevaba en el sonido las voces de los marginados, de los olvidados, de los abandonados, de los torturados y de los asesinados.

Alfredo Molano Bravo vino a este mundo como un estandarte de una verdad, como un faro para contar aquello que debía y merecía ser contado. Un hombre que vino para recorrer la tierra colombiana, aquella tan añorada, tan esclavizada y tan explotada donde cada pedacito que la conforma carga el peso de miles de corazones que dejaron de latir.

Alfredo Molano es una caja de resonancia donde las letras de sus libros, extensiones de sus dedos, retumban fuertemente aún después de su partida y este libro dotado de intimidad, de susurros, de lágrimas y de secretos son el recordatorio del peso que tiene la voz, del valor que tienen las historias y los relatos que se transmiten de generación en generación; necesitó de la escritura para materializarlos, pero esto solo fue una excusa que respondía a la necesidad de quitarle tiempo al tiempo para seguir llenado con sus palabras los oídos de su nieta, Antonia.

Este libro es una conversación y una confesión, una representación de aquello que hizo durante toda su vida: dialogar y hablar, pero por encima de todo escuchar y es esto lo que le pide a su nieta y lo que su familia nos permitió (y nos exige) a nosotros, colombianos de nacimiento, porque solo escuchando entendemos y solo escuchando perdonamos y solo entendiendo y perdonando la guerra, tal vez, algún día llegue a su fin, y si no es así, al menos debemos intentarlo.