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Leer a Mishima es ir sabiendo que va a ser un viaje a los más bajos instintos del ser humano. Personajes perversos, destruidos e incomprendidos. Tiene una seña tan clara, que es imposible confundirle. El doctor Shiomi es un psicoanalista que está triunfando en el Japón con estas técnicas de la psicología de occidente. Pese al reparo de los ciudadanos, poco a poco se ha ido haciendo una gran clientela. Un día aparecerá por la consulta Reiko, una hermosa mujer que dice no ser capaz de escuchar la música. Tras esta mentira (o metáfora) inicial, descubriremos que Reiko ha dejado de sentir placer sexual. Con esta interesante premisa, Mishima nos sumerge en una historia de medias verdades, donde Reiko juega constantemente con la historia de su vida y el profesor Shiomi y los hombres que la rodean, tendrán que ir poco a poco desentrañando el gran misterio para salvar a Reiko de la extraña apatía que siente. Creo que Reiko es de esos personajes femeninos ricos en detalles dentro obra de Mishima. Es curioso, que muchas veces tengo la sensación de que Mishima, dota de una personalidad mucho más fuerte y más atractiva a sus personajes femeninos, que a los masculinos. Y me choca mucho ya que no escapa a la estrechez de miras de la época con los roles femeninos y masculinos extremadamente marcados. Y teniendo él la admiración que tenía por el cuerpo masculino, me choca aún más. También me resulta muy curiosa la libertad sexual de sus personajes en todas las novelas que he leído de él, y en esta se repite. Incluyendo a las mujeres. No creo que fuera una realidad de la época, al menos no tan fácil de hablar de ello. Curioso. Me encanta leer a Mishima, porque es de esos autores, que a poco que sepas de su vida, descubres muy claramente retazos de él en cualquiera de sus obras, y eso me encanta. La pega que le pongo es que el doctor Shiomi, que es el narrador de la historia, me resultó bastante desagradable e hipócrita. El personaje de Reiko era fascinante por todo su mundo interior, y aunque hubiera perdido misterio, me hubiera gustado conocer sus pensamientos como narradora. Por lo demás, como siempre con Mishima, impecable. |
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