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Crítica de jjglezl


jjglezl
11 December 2023
Entre finales de 2019 y principios de 2020 en el Museo del Prado tuvo lugar la exposición “Historia de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana”. Nuestro autor, José María Merino, tuvo que ver esa exposición. Allí compró el catálogo que ojeó y hojeó para escribir esta novela posible. Allí tuvo que ser que pensó que aquella novela que llevaba años pensando escribir sobre Sofonisba ya no iba a ser posible pues la exposición daría origen a numerosas ficciones.

Pero Sofonisba si daba para una posible novela.

Sofonisba Anguissola fue pintora, vivió en el siglo XVI y fue una de las primeras mujeres en romper el estereotipo social asignado a las mujeres en aquellos tiempos.
Nació en Cremona en 1535. Perteneció a una familia numerosa de origen noble cuyo padre promovió y arropó la formación artística de sus seis hijas.
Desde muy pequeña había mostrado un talento natural para la pintura. Incluso Miguel Ángel Buonarroti alabó sus primeros dibujos. Pero donde destacó Sofonisba fue en el retrato. Eso le permitió en 1559 incorporarse a la corte de Felipe II, donde ejerció de dama de compañía e instructora en materia pictórica de la reina Isabel de Valois.
En 1573 regresó a Italia y contrajo matrimonio con Fabrizio de Moncada, hermano del virrey de Sicilia. Tras la muerte de su primer esposo, Sofonisba conoció al noble genovés Orazio Lomellino, quince años más joven que ella, con el que se casó en 1579.
Sofonisba vivió entre Génova y Palermo, donde la visitó Anton van Dyck en 1624, retratándola en su cuaderno de viaje y anotando que la memoria y el cerebro los tenía muy despierto, aunque a causa de la vejez le faltaba la vista, lo que no la impedía conservar un genio sutil y ser capaz de discutir todavía sobre pintura.
Falleció al año siguiente de la visita de van Dick, 1625, y fue enterrada en la iglesia de San Jorge de los Genoveses. Tenía noventa años.

Sofonisba Anguissola, hasta la mencionada exposición del Prado y con la excepción de los conocedores de arte y los críticos, era un nombre desconocido para muchos.

Poco después de finalizada la exposición del Museo del Prado el Gobierno de España decretó el estado de alarma (14 de marzo de 2020), confinando a los ciudadanos en sus hogares, José María Merino, como gran cantidad de personas comenzó a mantener una especie de diario al que llamó Notas del confinamiento. En ellas fue registrando el día a día de la pandemia, desde cifras de fallecidos hasta los aplausos. Desde las reuniones virtuales de la RAE, de la que José María es miembro, hasta los cuentos que fue imaginando.

José María, como todo el mundo, se asomaba cada día a la terraza de su casa. Fue así que descubrió que unos pisos más abajo una mujer se sentaba en su terraza y tomaba notas en un ordenador del libro de Daniella Pizzagalli “La señora de la pintura, Vida de Sofonisba Anguissola”. Esa vecina se llamaba Teresa, era bibliotecaria y casualmente el confinamiento la cogió Madrid. Teresa mantenía una relación con un pintor, Portu, un artista de talento, pero dotado también de egoísmo y malevolencia. Esas notas que José María veía tomar a Teresa del libro sobre Sofonisba eran en realidad la Terapia de Tere sobre la relación que mantenía con Portu, con el que acabará rompiendo.

Las tres historias podrían convertirse por sí solas en novelas, pero para José María Merino son solo “La novela posible”, un texto que en principio parece sencillo pero que en el fondo incluye muchas reflexiones. Un libro que sin que el lector se dé cuenta te engancha tanto que se lee casi del tirón. Una novela muy agradable de leer.

¡Ah! Por cierto, su portada es bellísima, igual que el poster que invitaba a visitar la exposición del Prado.
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