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Entre el libro documental, la recopilación de artículos periodísticos y la memoria histórica, Virginia Mendoza nos presenta en este libro, con una prosa tersa, cercana y a ratos lírica, sus recuerdos personales del tiempo vivido en Armenia. Como supongo les sucederá a muchos lectores, en parte a causa del centenario, la mención del pueblo armenio me hace pensar, en primer lugar, en el genocidio que sufrió a comienzos del siglo XX. El libro de Mendoza, sin embargo, ofrece mucho más: una visión antropológica, intrahistórica y, sobre todo, personal, llena de rostros, de nombres, de apellidos, de personas que viven y respiran en sus páginas. Al acertado prólogo de Ander Izaguirre, lleno de sensibilidad y precisión, siguen los artículos de Mendoza (algunos de los cuales han sido publicados anteriormente en otros medios). de las partes en que ha estructurado el libro, la primera, centrada en costumbres, ritos y todo tipo de curiosidades de tipo etnográfico sobre los lugares que visita en Armenia, determina sin duda el encanto y la simpatía que siente la lectora. Un pueblo vital y sonriente, a la par que profundo, una cultura y una tradición vivos: esto es lo que transmite. La segunda parte del libro está más centrada en los muchos golpes que Armenia ha recibido a lo largo de su historia (el genocidio, el conflicto por Nagorno-Karabaj, el terremoto..). En estas páginas, los testimonios de los personajes que la autora conoce durante su viaje por el país, y que articulan el alma de este libro, adquieren más profundidad y extensión, en consonancia con la gravedad de los temas tratados. En conclusión, he de decir que considero que este volumen es una lectura muy recomendable, por su mezcla de rigor periodístico, histórico y antropológico que muestra, pero sobre todo por la viveza y la verdad que transmiten los retratos de los personajes que la autora conoce durante su viaje. Un volumen imprescindible para los que queremos iniciarnos en la cultura armenia, o simplemente para cualquiera que quiera abrir los ojos y conocer un poco mejor la hermosa diversidad de las culturas humanas. |
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