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Crítica de Guille63


Guille63
27 March 2023
Hugo Mãe nos habla aquí de un mundo antiguo en el que las cosas no son solo cosas, en la que los vivos deben mostrar respeto por los muertos y complacerles, igual que al destino o a la naturaleza, pues todos pueden revolverse y caer sobre la cabeza del que así no se condujera. Crea así el autor una distancia de fábula, más intensa por cuanto la historia está enmarcada en un legendario Japón, del cual toma sus formas para elaborar un lenguaje propio, preciso y precioso, en el que no tiene cabida el adverbio “no” (parece ser que en Japón se evita en lo posible su uso).

Aunque la historia es atractiva —dos vecinos y enemigos íntimos que se desean mutuamente la muerte—, aunque el lugar es provocador —un bosque real, cerca del monte Fuji, donde cada año decenas de hombres y mujeres se internan con la intención de suicidarse tras atar una cuerda en la linde del bosque al objeto de poder encontrar el camino de vuelta si tras meditarlo deciden no llevar a cabo su acto—, lo más llamativo de la novela es sin lugar a dudas el lenguaje. Más allá de la ausencia del “no”, que ya lo condiciona y lo trastoca, hay un intenso lirismo que convierte en poesía cada capítulo, cortos en su gran mayoría, y que tiene que ver con esa fascinación que el autor confiesa por “la capacidad creativa de las palabras, es decir, como si las palabras pudieran ser la génesis de otra conciencia, pero también de otra forma de vida; como si pudieran ser la génesis de otra humanidad, de otro mundo”.

“Escogía palabras como si cambiase la realidad según su modo de hablar. Si lo contase con cuidado, pasaría más cerca de la solución. Las palabras lo cambian todo.”

Los dos enemigos, Itaro el artesano y Saburo el alfarero, también dos formas de entender el arte, seguirán caminos opuestos y llegará a metas distintas. Itaro lo recorrerá de forma ascendente desde la ansiedad y el deseo de muerte que le provoca el poder que tiene desde niño de descubrir el futuro, siempre infausto, en los restos de los seres vivos que él mismo se encarga de aplastar, proceso que empezará a partir de su episodio en un pozo, posiblemente el capítulo más bello del libro. Saburo, por su parte, lo transitará en sentido descendente, desde un estado de amor feliz al lado de su mujer Fuyo, su vida se irá tornando más sombría y asesina a partir de la muerte de esta, vaticinada por su vecino Itaro.

"Qué humillante la soledad del amante… qué humillante el corazón que queda de sobra. El amor dejado solo es una condición enferma."

La ceguera es el otro gran personaje de la novela. Será el destino iluminador de uno de los personajes y el estado de Matsu, la hermana pequeña de Itaro que también profetizó así su nacimiento. Esa oscuridad en la que vive desde niña le permitirá un mejor acceso a su interior, mirar al otro de una forma más verdadera, crear, a través de las palabras, un mundo propio por el que se siente agradecida pues “El sufrimiento nunca podría impedir a alguien ser feliz”.

“Mis juguetes son las palabras. Persigo el encantamiento de que son capaces.”
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