La fortuna: Blacwater V

La fortuna nada en la abundancia de lo mejor de la saga Blackwater.
Lo tiene todo: novedades, revelaciones, cambios de posición, evolución de personajes y el convencimiento de no saber cómo acabará todo esto. Michael McDowell vuelve a tocar techo con esta entrega, después del pequeño valle de tranquilidad que, irónicamente, supuso La guerra.

La familia Caskey continua dándonos penas y alegrías. Las mujeres tienen de nuevo la voz cantante, aunque conservando los convencionalismos propios de principios del siglo XX en un pueblo de EE.UU., lo que le da mucha coherencia, pero sin perder una de las esencias de la saga: personajes femeninos fuertes no, fortísimos.

En cuanto a la trama de este quinto libro es evidente que se estrecha el vínculo entre Elinor y su hija menor, Frances. Es este un personaje que me gusta mucho por la evolución que experimenta, llegando ahora a su culmen. Tiene todo el sentido del mundo lo que hace, va creciendo y de nuevo hace las preguntas que como lectora también le haría a Elinor desde el principio de la saga.

Y aunque obviamente Elinor juega un papel más que importante, parece evidente que se consuma el relevo generacional. Miriam es fundamental para los negocios. Reconozco que este personaje me intriga, nunca se sabe muy bien lo que va a hacer, pero la verdad es que también ha evolucionado muchísimo, de manera bastante inesperada.

Lo que no me esperaba era que su cuñado Billy Bronze estuviera tan metido en la familia y sobre todo, en el dinero. Me produce bastante rechazo, desconfío de él desde el principio, se mueve por puro interés (eso parece) y me sobra bastante en la trama (aunque ya se verá según termine la saga).

Digo ya se verá porque en más de una ocasion, personajes que daba por amortizados regresan siempre de alguna manera dando la sorpresa.

Destaco que a pesar de sus diferencias, y que algunos no son familia de sangre, en este libro apuntalan la tribu en el gran matriarcado que son.