Sed de sangre

Andy Palatazin es solo un niño asustado cuando unos vampiros atacan a su familia y se ve obligado a huir con su madre a Los Ángeles. Allí se convertirá en policía y, años después, descubrirá que esos seres de la noche vuelven a seguir el rastro de su sangre. Esta vez tienen un plan: sembrar el terror allá donde vayan.
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“Esa noche había demonios en el hogar”.
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Así comienza una novela que he tardado más de un año en terminar porque no conseguía conectar con el estilo narrativo. Una lectura que ha conseguido que la odie por su forma de describir durante páginas y páginas sin aportar nada a la historia, pero que al mismo tiempo posee pasajes muy divertidos que cualquier aficionado al género de terror sabrá valorar.
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Como dato curioso, esta obra, junto con sus tres primeras, tienen expresamente prohibida su reedición porque el autor no las considera al mismo nivel que trabajos posteriores. Y es verdad que, desde el punto de vista narrativo, si se ha seguido un poco la trayectoria de Robert, podemos apreciar una evolución comparando este libro con otros más representativos como “El canto del cisne” (premio Stoker 1987), “Muerte al alba” (premio Stoker 1991 y World Fantasy 1992), o su colección de relatos “Mundo azul” (premio World Fantasy 1990).
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Este libro tiene tantos elementos que a veces uno no sabe cual será la siguiente ocurrencia o desvarío del autor: sueños premonitorios, vampiros que quieren dominar el mundo, asesinos, violadores con obsesión por las cucarachas, un sociópata albino, mafiosos, Los Ángeles convertida en una necrópolis, fuerzas de la naturaleza desatadas… Claro, con toda esa mezcla, la única forma de deshacer tanta fiesta vampírico-festiva era con un recurso demasiado fácil. Una pena que después de pasar por toda una montaña rusa de sensaciones el final me haya dejado ese sabor agridulce.
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Resumiendo, este libro no aporta ninguna novedad al género de los chupasangres y es muy de nicho. Recomendado solo para fanáticos de esos seres que quieran entrar en la esquizofrenia, o lectores que sientan curiosidad por la obra de McCammon. Si os animáis, tened a mano una bebida fuerte.