Lugar equivocado, momento equivocado

Kelly, Jen y Todd forman una familia casi perfecta: autónomo dedicado a las reparaciones, abogada y estudiante brillante.
Todo se tuerce la noche que Jen, mirando por la ventana, ve como su hijo apuñala a un hombre y no llega a tiempo de impedir la tragedia. La vida que tenían hasta ese momento salta por los aires al terminar Todd en el calabozo pendiente de procesar. Sin embargo, eso no es nada en comparación con lo que ocurre al día siguiente, que es el día anterior: Jen va yendo hacia atrás en el tiempo, partiendo de cero cada vez que se despierta, como en una broma macabra y retorcida de la película «El día de la marmota» sin saber qué hacer ni cómo reaccionar.
Ella no es la única narradora, pero la otra persona que va contando la historia es más normal en lo que a su trato con el espacio - tiempo se refiere así que todo transcurre hacia adelante de manera normal.
A veces, el ser humano lleva bastante mal representar, ya sea cinematográficamente o por escrito, aquello que no ha experimentado nunca.
Con esto me refiero a la creación de personajes que carecen de sentimientos por las características propias de su especie o raza, los personajes que son inmortales porque ¿qué se puede esperar de alguien que lleva viviendo mil años o más? ¿cómo se puede comportar? o las personas que viajan en el tiempo: su reacción, la manera de interaccionar con los demás, el hecho de saber cosas que van a ocurrir,...
En este caso, el hecho de que Jen vaya viajando hacia atrás en el tiempo está muy bien representado por los pequeños detalles que la escritora nos va dejando en su día a día: cosas que espera, pero no ocurren, cambios que realiza y duran solo un día, descubrimientos que no le sirven para nada, ayudar en vano, la desesperación de empezar de cero, el hecho de que nadie la crea cuando intenta explicar.
Vemos así como va dándose cuenta, error tras error, de lo que tiene que hacer, lo que no, como actuar y por donde tirar. Porque, aunque le parezca mentira, quizás el mayor de sus problemas no sea lo que ha hecho su hijo.
Las dos tramas se mantienen distantes hasta que llega un momento en que chocan y te dejan sorprendida. La forma en que está contada la historia te va agobiando al principio porque ves que Jen se va dando golpes contra diferentes muros hasta que hay un punto de inflexión, un cambio que se obra en ella poco a poco y consigue que se encauce en lo que quiere y en lo que necesita para salir de la pesadilla en la que está inmersa.
Una trama que no carece de acción y resulta desconcertante en ocasiones porlo que la protagonista se va encontrando y los derroteros por los que eso la lleva, pero, en otras, Jen nos regala sus pensamientos al vivir algunos de sus días por segunda vez, echando un vistazo a todo con ojos nuevos y la experiencia de su vida y mirándolo como si fuera nuevo porque la pátina de la edad y la veteranía ahora lo cubre y lo cambia todo: acontecimientos, decisiones e incluso personas.
Un libro para no dejarlo pasar.