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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
03 December 2018
Lo confieso, tengo un problema. Hay determinadas colecciones de determinadas editoriales (o directamente el catálogo editorial completo de determinadas editoriales), que son tan bonitas por fuera en cuanto al continente (con sus lomos de distintos colores luciendo tan cuquis en la estantería), y suelen ser tan buenas e interesantes en contenido (que sé que es lo que realmente importa, obviamente, pero si tiene las dos cosas mejor, ¿no?), que las compro al por mayor. Los compro, sin más, porque los quiero todos. Y ya cuando pueda, si los vientos son propicios, los iré leyendo. Uno de los mejores ejemplos de lo que os cuento es el de la colección Rara Avis, de la editorial Alba. Es que los miro ahí todos juntos (los que tengo, que aún me faltan unos cuantos...) y se me alegra el alma. Lo de ir leyéndolos, lo dicho, cuando se puede. Y uno de los que esperaban pacientemente a que lo sacase de la estantería era Los millones de Brewster.

La premisa es la siguiente. El mismo día que Brewster cumple 25 años fallece su abuelo y hereda nada menos que un millón de dólares, que ya es como para dar palmas con las orejas y darse por contento. Pero no, el destino le tiene preparada otra sorpresa: pocos días después recibe la noticia de que también ha fallecido su tío, y este buen señor, si estuviese vivo, se hubiese despiporrado de ese millón de dólares, porque la herencia que le deja a Brewster asciende nada menos que a más de seis millones y medio de dólares. Y aquí pensaréis: "¡Recórcholis y repámpanos, Brewster ha heredado en apenas unos días siete millones y medio de dólares! ¡Si yo tuviese ese dinero montaba una librería!" (xD). Pero ay, el difunto tío era un poquitín... retorcido, y además odiaba a muerte al también difunto abuelo de Brewster. Así que las cosas pintan mal, porque esos seis millones y medio de dólares llevan adjuntas dos condiciones.

Por un lado, Brewster debe renunciar a cualquier centavo que pudiese tener de su abuelo, y eso quiere decir que de entrada, para hacerse con estos 6,7 millones de su tío, debe renunciar al otro millón que acaba de heredar. Que sí, a priori parece que la decisión está clara: 6,7 por un lado, 1 por otro... Con 6,7 millones a mí me seguiría dando para la librería xD. Pero es que aquí llega la segunda condición, que es la más peliaguda: no puede renunciar sin más a ese millón, debe deshacerse de él hasta el último centavo a lo largo de un año y, al llegar el día de su 26 cumpleaños, no debe poseer más que la ropa que lleve puesta, literalmente.

Que puede parecer muy fácil gastar money a lo tonto, pero, ¿cómo te gastas un millón de dólares (del año 1902, ojo al dato), si no puedes donarlo, regalarlo, prestarlo, tirarlo...? Porque esas son las condiciones, y son muy difíciles de cumplir: debe gastarlo, derrocharlo, despilfarrarlo, pero no por la vía fácil ni por los métodos que se nos ocurrirían a todos. Y encima no se lo puede contar a nadie. al pobre Brewster le quedan unos meses por delante muy duros, porque si no lo consigue, si no es un indigente cuando haya pasado el año, si tiene aunque solo sea un centavo en el bolsillo, no solo habrá perdido el millón de su abuelo para nada, sino que no habrá conseguido superar la prueba y obtener los 6,7 millones de su tío, y el albacea del testamento no le pondrá las cosas fáciles.

Si con toda esta parrafada no os han entrado ganas de leer el libro, ya no os voy a convencer con lo que os diga a partir de ahora, porque solo el planteamiento de la historia para mí es sencillamente una genialidad. Y lo más curioso es que el autor escribió este libro por culpa de una apuesta que se explica en el libro y que os traslado aquí rápidamente. Él ya era un escritor famoso por aquel entonces, y se apostó 100 dólares con su editor a que no era el nombre de un autor lo que hacía que se vendiese un libro, sino la propia calidad del libro. Escribió Los millones de Brewster y lo publicó con seudónimo. La novela fue todo un éxito (se ha adaptado hasta siete veces al cine) y ganó la apuesta, pero la base misma de la apuesta yo creo que da pie a mucho debate, ¿no? ¿De verdad un buen libro, solo por ser un buen libro, va a triunfar aunque el autor sea un completo desconocido, tal y como afirmaba McCutcheon? A él le salió bien la jugada, pero para empezar ya tenía un editor que le publicase aunque fuese con seudónimo antes incluso de escribir la novela... Jugaba con una ventaja que no tienen muchísimos autores desconocidos de buenos libros que se quedan en un cajón o apenas reciben atención porque sus autores son, precisamente, desconocidos... pero me estoy yendo del tema. ¡Sigo con la reseña!

Los millones de Brewster es una novela inteligente e ingeniosa que equilibra los vaivenes de dólares con las repercusiones de esos vaivenes, y de este modo asistimos no solo a una loca carrera contrarreloj cuya meta es la pobreza absoluta, sino a las consecuencias de esa carrera de fondo en el protagonista, que son duras y él las afronta con arrojo, determinación y una confianza absoluta en sí mismo, a pesar de que las cosas no siempre se le presentan fáciles. Y es que en esta historia los reveses e infortunios no son esos golpes de mala suerte que hacen que Brewster gane dinero cuando debería perderlo trastocándole todas las cuentas y previsiones, sino, y aquí viene lo interesante del libro, la reacción de la gente que le rodea ante este derroche frenético y lunático de dinero.

Y es que cuando es rico la popularidad está por los aires, pero en cuanto empieza a gastar dinero la gente se ríe a sus espaldas, lo consideran un estúpido y un descerebrado, los periódicos se mofan de él, algunos amigos sufren y se preocupan porque creen que ha perdido la cabeza, otros amigos demuestran que no lo eran tanto... y él, a pesar de su orgullo pisoteado y de no poder consolarse con nadie, sigue. Persiste. Sabe que es el hazmerreír de Nueva York pero se demuestra a sí mismo que tiene una voluntad férrea, que tiene un objetivo y debe cumplirlo y que, pase lo que pase, está siendo honesto y al final recibirá su recompensa... o no. ¿Conseguirá Brewster perder hasta el último centavo para cuando llegue el día de su 26 cumpleaños y ganar a cambio casi siete millones de dólares? ¿Le quedará alguien que realmente le quiera y le aprecie por él mismo al final del camino? ¿Puede fiarse de ese excéntrico albacea? A saber...

He disfrutado muchísimo de esta novela y de su protagonista, de esos telegramas cruzados entre Brewster y el sarcástico albacea de su tío (¡maravillosos, geniales!), de lo difícil que se lo puso a sí mismo el propio autor al imponerse tantas restricciones a la hora de sacar adelante una trama como esta y cómo se perciben a lo largo de la novela pinceladas que a mí me han transmitido disfrute en su escritura, como si se hubiese dejado llevar en algunas escenas... Os diría que es una novela muy british a pesar de su autoría norteamericana, pero el aroma de la frívola sociedad neoyorquina de principios del siglo XX y la crítica hacia ella están demasiado presentes en la historia como para insistir mucho en eso.

El trasfondo de la historia es tan atemporal que no me extraña el éxito continuado de la obra a lo largo de todo el siglo XX, y aun así creo sinceramente que ya no se escriben libros como este, forman parte de una época. No puedo hacer otra cosa que recomendar su lectura y que os dejéis llevar por este derroche de dinero y de ingenio; cerraréis el libro con una sonrisa en la boca mientras el autor os mete crítica social en vena sin daros cuenta. Un enredo excelente, brillante e inteligente. Nada menos.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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