El primer hombre de Roma

Este relato y, muy posiblemente, también los que le preceden son un dos en uno. Por un lado, una novela llena de intrigas romanas excelsamente desarrolladas y, a la vez, perfectamente bien encajadas. Por otro, si le restamos los diálogos, es además un preciso ensayo del desarrollo político de aquel siglo en el corazón del mundo conocido hasta entonces.

Es curioso cómo la narración de estos hechos de hace más de 2000 años te devuelve, en algunos pasajes, al presente más actual. Fenómeno que aparece cuando trata las perennes rencillas y diversas traiciones políticas. Cambias las togas por trajes de chaqueta, las dagas por puñaladas traperas y estás leyendo el telediario. Además, que el "pan y circo" que ya promulgaron nuestros antepasados sigue siendo la base de cualquier gobierno que albergue pretensiones de durabilidad. No hemos evolucionado tanto.

Por todo esto es tan fácil identificar la historia que, traerla desde hace dos milenios al presente, no lo acusa el lector como un viaje largo sino del todo natural. Hay que decir que son cuantiosos los datos y también los personajes. Para priorizar lo anterior, y como apreciación personal, parece que la lírica de la prosa va en detrimento conforme avanza la historia. La escritora compone una novela coral y bien organizada, lo cual es meritorio debido a la multitud de datos y subtramas que desarrolla.

Es muy difícil ser original y Mc Cullough lo fue. Sólo con este primer volumen y posteriormente con su saga se elevó como un referente de las novelas de esta época donde debieron beber los autores que vinieron después.

En cuanto a estos, en sus obras es donde se refleja el aprovechamiento de cada cual. Y es que hay creaciones que se pueden copiar disfrazadas de reinterpretación y edulcoradas con una campaña de marketing suficiente para vender el producto hasta que se agote u olvide. Pero ser original, eso sólo está al alcance de quienes crean para perdurar.