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Una historia, tres novelas, las tres de estilos muy diferentes y todas maravillosas. Mientras leía “País de sombras” me pregunté a menudo qué había en la prosa de este hombre para que me estuviera entusiasmando de aquella manera. No era la primera vez que me hacía una pregunta similar, ni será la última pues sigo sin saber exactamente qué debe tener una forma de narrar para que me llegue más que otras. En esta fantástica novela veía las palabras que formaban frases enlazadas en párrafos que constituían los capítulos y me parecía simple, fácil y maravilloso. Por supuesto, lo que narra, la trama de la novela, y lo que dice a raíz de lo que cuenta, también tienen parte importante en su grandeza. El relato, que empieza con el linchamiento de E.J. Watson por parte de sus propios vecinos, es uno de esos que dicen de frontera. La vida de hombres y mujeres en un territorio hostil, donde impera la ley del más fuerte y en el que no cabe la compasión ni la debilidad, donde la vida está siempre amenazada por lo implacable del territorio y la dureza de los hombres que lo habitan y donde la mera supervivencia es ya un éxito. Un libro en el que la violencia es casi un personaje más. Violencia de la naturaleza contra los hombres y de los hombres contra la naturaleza; violencia de unos hombres contra otros hombres y violencia de los hombres contra ellos mismos. "No hables de lo que hicieron esos espantosos hombres. Habla de lo que hicieron esos hombres." “País de sombras” es un libro sobre el fatalismo, sobre ese irremediable y funesto destino de aquellos en los que se aúna un temperamento incendiario, unas condiciones adversas y mucha mala suerte. Gran personaje este E.J. Watson. Lean la novela, es una de las grandes, muy grandes… y no me estoy refiriendo solo a su tamaño. |
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