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Crítica de Cienletrasporlatido


Cienletrasporlatido
13 December 2019
En el norte de Argentina los guaraníes aún hablan de la tierra sin mal, paraíso terrenal llamado Ywy Mara Ey, al que no hace falta morir para poder acceder. La leyenda cuenta que posee vegetación y recursos naturales abundantes como para que el hombre subsista sin apenas trabajar: terrenos de ricas cosechas, ríos cristalinos, abundantes peces, aves y animales terrestres... Para alcanzar esta tierra hay que emprender un largo camino espiritual y, aunque se creía que esta era la morada de los muertos, también existe la creencia de que puede disfrutarse aún estando vivos. Los hombres santos de las aldeas realizan largos ayunos y se comportan con bondad en un intento por alcanzarla y guían a su pueblo en ese camino de búsqueda.

No lo pude evitar, me llamó muchísimo la atención el concepto de la tierra sin mal y gracias a páginas web como Mitos cortos indagué más al respecto. Suponía que tener una idea clara de este paraíso, de esta meta sobre la que gira gran parte de la novela, iba a ayudarme mucho a comprender a toda esa tribu guaraní a la que iba acompañar en el viaje que había tejido Mathew J. Pallamary.

Me acerqué a esta novela pensando en El Descubrimiento de América y en todos los daños colaterales que este trajo consigo. No voy a negar que fue un avance para muchísimas cosas pero tampoco podemos cerrar los ojos a las atrocidades que también se cometieron con los nativos. No iba desencaminada, desde el punto de vista de una tribu guaraní se narra con respeto para ambas partes y elegancia cómo se desarrolló la convivencia. Las misiones no eran más que núcleos de población creados por los religiosos españoles que trataban de congregar a todos los aborígenes del lugar y convertirlos a sus costumbres y creencias erradicando las ancestrales. El miedo a lo desconocido, tal vez. Las ansias de tener controlados a grupos de los que lo desconocían todo, puede ser. Fuera lo que fuere, nativos americanos se enfrentaron a un choque cultural que les hizo dudar de sus propias tradiciones llegando algunos a abandonarlas y otros a morir por ellas.

El trato que Pallamary hace de esta convivencia ha sido, en mi opinión sublime. La tierra sin mal no es un alegato en contra de la conquista de América y lo que allí se hizo a posteriori, pero tampoco se libera a los implicados de responsabilidades. Cómo ha balanceado el autor el conflicto echando un capote a quienes supieron abrir su mente y su corazón sin dejar a los culpables irse de rositas, me ha encantado y me parece un punto fuerte de esta novela.

Sí, me acerqué a esta historia pensando en 1492, pero no, en mi opinión esa no es la temática principal. Creo que en La tierra sin mal fundamentalmente conocemos al pueblo guaraní y su cultura, su lucha y su esperanza; y emprendemos con ellos el camino hacia ese paraíso que os presentaba al principio de la reseña y que es su válvula de escape de lo que están viviendo y su regreso a sus orígenes.

Ha sido una lectura muy espiritual que me ha puesto en contacto con la madre tierra y que me ha corroborado algo que ya sabía: que de todas las creencias y culturas podemos aprender algo, que en la tolerancia y en la diversidad está la riqueza de la humanidad, que si echamos la vista atrás debemos reconocer hacia lo que no queremos volver.

¿La recomiendo? Sí, pero debes estar preparado/a. No es una lectura ágil, no tiene mucho diálogo y es bastante descriptiva (paisajes, ritos...) pero su personaje principal, Ava-Tapé, sabe robar el corazón del lector con sus dudas existenciales, sus sentimientos, su crecimiento personal y espiritual... Creo que lecturas de este tipo nos enriquecen a todos.

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