Espías del imperio

En este ensayo sobre el espionaje patrio durante el reinado de la casa de los Austrias, desde Carlos V hasta Carlos II, el autor, Fernando Martínez Laínez, nos zambulle en el apasionante juego de los servicios secretos donde el que antes y mejor informado está, estaba en este caso, consigue derrotar a sus enemigos.
Así, en la primera parte nos va desgranando el organigrama de los servicios de inteligencia y sus principales ocupantes desde Carlos V hasta Felipe IV, se habla poco de Carlos II por motivos obvios (reinó durante pocos años y con un imperio en decadencia absoluta), pasando por el monarca con mayor concentración de territorios en la historia de España, Felipe II. En esta relación de altos cargos también conocemos sus grandes triunfos y sus más sonoros fracasos.
En la segunda parte, detalla la importancia del flujo de información para acabar, o al menos detener la amenaza turco-musulmana en el Mediterráneo occidental, que junto a la expansión de la religión Protestante fueron los grandes caballos de batalla de la Monarquía Hispánica. Para lo cual tanto en Turquía como en el norte de África se constituyó una red de espías que tenían como misión desbaratar los planes del Gran Turco y Barbarroja.
En esta lectura se puede ver el gran valor que tiene la información y su posterior buena gestión para adelantarse a los problemas e intrigas internacionales. Aunque en el caso español también sirvió para que muchos gobernantes de los diversos territorios se enriquecieran ilícitamente con ella.
En este ensayo también se certifica la suma importancia que tenían los mercaderes en este negocio de la información, y cómo muchos de ellos acabaron sus días antes de tiempo al intentar jugar a dos bandas. de cualquier manera, el que mayores conocimientos del enemigo tenía, mayores réditos económicos obtenía pues al final todas las confrontaciones bélicas, aunque se tiñan con otros argumentos, solo buscan que el vencedor aumente su fortuna.
Y aunque se sabía de las redes de espías desde antiguo, esta obra pone negro sobre blanco de manera precisa y amena su funcionamiento. Con ella llegamos a entender porque sucedieron ciertos hechos históricos de esa manera y no de otra, aunque nos hayan contado la Historia de otra manera y con otras excusas.
Así también llegamos a entender la importancia de unas buenas comunicaciones terrestres en una época en que eran cruciales para adelantarse al enemigo en sus movimientos, y no poseían los actuales sistemas de comunicaciones.
Los más importantes proyectos de espionaje, imperio otomano aparte, tuvieron lugar en Italia, especialmente en el norte para disminuir la influencia francesa en la zona dominada por Venecia. Lo que llevo a enfrentamientos armados, no patrocinados por el rey español del momento, entre los virreyes y embajadores españoles de las diferentes repúblicas y territorios españoles en Italia contra Venecia.
De igual manera, detalla los entresijos de las operaciones encubiertas para acabar con la resistencia flamenca protestante. Además de dar noticia de los trabajos como espías de dos grandes literatos del siglo de Oro español, Quevedo y Cervantes, con desigual suerte.
Y mirando de forma general, el lector se dará cuenta que los servicios secretos españoles no consiguieron más éxitos debido a la duplicación de puestos y al deporte nacional español por antonomasia, la envidia, tanto del que realiza bien su trabajo, al que intentan minusvalorar, como al que posee la habilidad política para estar siempre cerca del poder.
Amén de unos gobernantes incompetentes que fiaban todo al ideario de una única persona. Y por otro lado tenían que hacer frente al contraespionaje enemigo, que en algunos casos logró filtrar a sus espías en las redes españolas.
Por último, dedica una parte del libro a tratar las relaciones de España con territorios tan apartados como Persia o Rusia, o tan importantes en la época como el Vaticano.
En definitiva, es una obra imprescindible para los amantes de la historia y el espionaje.