Vladimir

Guinea huye de América a su Argentina natal alejándose de una tormentosa relación con un menor de edad que ha hecho mella en su trayectoria profesional docente. Cuando aterriza, un tremendo apagón digital asola el país y parece extenderse por el mundo. Sin tecnología, sin electricidad, sin comunicaciones, todo se sume en un caos, fiel metáfora de la propia situación vital de Guinea.

En este mundo distópico y caótico, perdida, sin forma de acceder a la información ni siquiera defenderse económicamente, se topará con Rostov, quien se ofrece a acogerla en su casa mientras dure el momento de incertidumbre. Allí conocerá a Vladimir, el enigmático hijo de Rostov, un adolescente de trece años que encenderá nuevamente sus más turbios instintos.

Vladimir es una distopía para nada alejada de nuestra realidad más cercana en este mundo actual tan globalizado y digitalizado. Una utopía real, que podría llegar en cualquier instante, un caos al que estamos inocentemente expuestos y que tantas líneas ha escrito en la ficción durante años.

Mezclando thriller, distopía y narración erótica, la novela, concebida como un homenaje a la Lolita de Nabokov, está cargada de originalidad por su atípica inversión de papeles, en este caso mujer madura que desea a adolescente, no cae sin embargo, en aquellas escenas turbias y desagradables con las que el autor ruso nos abofeteó la cara, es una erótica más elegante, más difuminada, que deja más a la imaginación.

Vladimir es además una novela de emociones y sentimientos. Con una extensión mínima, es una historia que se saborea de un trago, pero un trago amargo, de alta graduación. La autora, nos dispara un estilo directo y seco, una provocación que nos deja desamparados ante una historia sin principio ni final, tan solo un retazo en el tiempo, un asomo a una posible realidad aterradora y desconocida y a los demonios internos con los que cada uno debe lidiar.

Con un final abierto y esperanzador, Vladimir, no os va a dejar indiferentes, aunque quizá como a mí, os deje la sensación de que no ha sido suficiente, de una trama semielaborada que pudo haber dado más de lo que nos ha dejado ver.