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Crítica de Guille63


Guille63
07 March 2023
Elegancia y reflexión se enlazan magníficamente una vez más en esta segunda entrega de «Tu rostro mañana» para contarnos una historia mínima en un mar de especulaciones y dicotomías. al igual que «Fiebre y lanza» lo hacía en torno a una cena en casa de Peter Wheeler, «Baile y sueño» gira alrededor de una única escena, un acto lleno de violencia que sucede en el baño de minusválidos de una discoteca de moda londinense, acompañada de otra escena aún más cruel y gratuita, esta ocurrida durante la guerra civil española. No le hace falta más para volver a atraparnos en la corriente de pensamiento de su narrador que se mantiene igual de atractiva en esta segunda novela de la trilogía.

“En seguida todo se alarga o se enreda o todo tiende a adherirse, es como si cada acción llevara su prolongación consigo y cada frase dejara en el aire un hilo de pegamento colgando, que nunca puede cortarse sin que se pringue algo más al hacerlo.”

Todo se alarga en Javier Marías, continuamente, y a veces de modo desconcertante para el lector que embobado se deja enredar gustoso entre las larguísimas frases en las que con su elegante estilo el autor elucubra desde un punto de partida A impensable para cualquiera que supiera de antemano que era Z la meta y a donde efectivamente se llega y que inmediatamente da paso a un nuevo punto A que inicia nuevamente la partida.

Un tipo de discurso en el que la conjunción disyuntiva “o” juega un papel protagonista, bien como reguladora de enumeraciones, bien como aglutinadora de posibilidades, bien como introductora de matizaciones, de tal manera que cada hecho, acto o pensamiento, no solo los efectivamente realizados, sino también los posibles o descartados o impedidos y no dados y hasta los imposibles, es el punto donde confluyen un infinito número de factores y circunstancias pasadas y presentes, vividas o solo soñadas o solo latentes, que son analizados pormenorizadamente. Una serie inagotable de ideas y conexiones que el narrador va encontrando en su camino discursivo hacia el corazón de la idea, una corriente de pensamiento que acompañamos encantados en la extraña idea de que va surgiendo a la par que nuestra lectura y que nos seduce con ese aire de confidencia tan característico del autor.

“Todo es ridículo y subjetivo y parcial hasta extremos insoportables, porque todo encierra su contrario, se depende excesivamente del momento y el lugar y la virulencia y la dosis, según cuáles sean éstas hay enfermedad o hay vacuna, o hay muerte o embellecimiento, al igual que todo amor lleva en su seno su hartazgo y su saciedad todo deseo y su empacho todo anhelo, y así las mismas personas en las mismas posición y sitio se aman y no se aguantan en diferentes periodos, hoy, mañana; y lo que en ellas era afianzada costumbre se vuelve paulatinamente o de pronto -tanto da, eso es lo de menos- inaceptable e improcedente, y el tacto o roce tan descontado entre ambas se convierte en osadía u ofensa, lo que gustaba y hacía gracia del otro se detesta y estomaga ahora y se maldice y revienta, y las palabras ayer ansiadas envenenarían hoy el aire y provocarían náuseas y no quieren más oírse bajo ningún concepto, y las dichas un millar de veces se intenta que ya no cuenten (borrar, suprimir, cancelar, y haber callado ya antes, a eso es a lo que aspira el mundo, lo sepa o no, esté o no al tanto).”

Sigue siendo este un libro de contrarios que se enfrentan y/o se complementan, sin fijarse qué es lo adecuado, qué es lo que prevalece. Desde los propios títulos, Marías nos enfrenta a una serie de sugestivas dicotomías, empezando con el inicial contar/callar: no contar aunque no esté en nuestra naturaleza el callar; calla y sálvate, calla y no precisarás de la inútil tarea de borrar, aunque a veces sea lo contrario lo que nos salva, Las mil y una noches, entretener el oído ajeno y así evitar que se nos marche; contar para que no se difumine lo que pasó, para no descreer que de verdad existiera, si bien después quisiéramos borrarlo, conseguir que no dejase huella, porque las cosas jamás logran estarse quietas, aunque no se cuenten ni tan siquiera pasen. Olvido/recuerdo, nieve sobre los hombros/cerco de la gota de sangre. Ficción/realidad. El miedo como parálisis, el miedo como espuela.

“Se vive bajo amenaza, y entonces se sufre parálisis y es el miedo el que se aprovecha. Si uno lo consiente, en cambio (es decir, si uno se adapta, si se acostumbra a que esté ahí presente), posee una fuerza incomparable con ninguna otra y puede aprovecharse de él, puede usarlo.”

O como la otra gran dicotomía de la novela, ver o no ver el rostro mañana.

“¿Cómo puedo no conocer hoy tu rostro mañana, el que ya está o se fragua bajo la cara que enseñas o bajo la careta que llevas, y que me mostrarás tan sólo cuando no lo espere?”

Un conocimiento que nos puede salvar y que podemos, no obstante, no querer. Mejor no teñir nuestra mirada de suspicacia o, lo que es mucho peor, evitar la posibilidad de una terrible equivocación.
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