En el libro, la narradora vuelve varios años después al pueblo donde pasaba los veranos junto a su familia, Mansilla. Pero ese pueblo yace ahora bajo las aguas de un pantano y han edificado uno nuevo en el terreno no inundado. Un nuevo pueblo que ya no es el que ella conoció en su niñez. Bajo esta premisa, Ana María Matute nos relata cómo fueron los veranos de su infancia, rodeada de paisajes bucólicos, de naturaleza y animales del campo, jugando sin preocupaciones... Pese a ser un libro escrito en prosa, resulta bastante poético y lírico. Desprende nostalgia y melancolía. Además, nos permite reflexionar sobre lo que significa crecer, hacerse adulto, sobre los cambios e incluso sobre la muerte. |