Leer "Para acabar con Eddy Bellegueule" es sentarse frente a Édouard Louis y escuchar sus palabras. Cara a cara. Sin intermediarios. Sin filtros. . Es mirar sus ojos, ver sus pupilas dilatarse. . Es sentir la crudeza de su relato golpeándote en el estómago. . Es ver cómo las palabras salen de su boca y se pegan a las paredes de la habitación. . Es entrar en la realidad de su pueblo. . Es que los insultos de su familia, sus compañeros de colegio y sus vecinos caigan sobre ti como un vertido de una sustancia viscosa. . Es la homofobia agarrada a cada glóbulo rojo. . Es padecer la impotencia del acosado, su dolor. . Es llevar la humillación colgada del cuello ejerciendo un peso insoportable que te hunde en el barro de la vergüenza. . Es sufrir el disparo a quemarropa de la palabra "marica". . Es tocar la superficie rugosa de la opresión, que araña la piel hasta hacerla sangrar. . Es ser el propio Eddy. . Es que el dedo acusador por ser afeminado se te meta en un ojo. . Es entender la dureza de pertenecer a una clase social desfavorecida en la que la balanza que pesa las horas trabajadas y el sueldo recibido siempre se inclina con decisión hacia las primeras. . Es la política. . Es respirar ignorancia, que como el dióxido de carbono desplaza al oxígeno. . Es saberse traicionado. . Es tropezar. . Es caerse en la huida. . Es querer desprenderse del Eddy y del Bellegueule. . Es no ser... para ser. . Es que la duda te pinche hasta traspasar el hueso de lado a lado. . Es notar. . Es decidir. . Es despedirse de Eddy y darle la mano a Édouard. . Es marcharse. . Es... Es... Para qué decir nada más de este libro si se puede resumir en 1 palabra: imprescindible. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |