El faro de los amores dormidos

Alba pasaba sus veranos en Varela de Mar hasta que un verano ya no regresó. Fue aquel en el que sucedieron tres cosas:
1. Se enamoró.
2. Perdió la virginidad.
3. le rompieron el corazón.
Ahora, cinco años después, con heridas que no han cicatrizado, debe regresar para cuidar y acompañar a su abuelo.

Enol es un enamorado del mar. Quería navegar por todos ellos pero al final su mar ha quedado reducido a ese que contempla desde Varela. Es el chico con conversaciones raras que prefiere observar al resto.

Sin embargo, para mi estos no son los protagonistas de la historia y tal vez por eso me haya encontrado con una de esas veces en las que "no eres tú, soy yo". Es decir, que el libro no ha sido lo que esperaba a pesar de la bonita historia que cuenta.
Para mi la historia de verdad, la que me interesaba, la que me habría tenido pegada a las páginas devorando el libro es la de Pelayo, el abuelo de Alba. Creo que podría haber sido una novela contando solo su historia y habría resultado una joya. Pelayo tiene tanto que contar antes de que el olvido se apodere de sus recuerdos...su historia es tan bonita que Alba y Enol parecen dos niños inmaduros con una rabieta a rastras porque, hay que reconocerlo, el motivo por el que se supone que hay un conflicto entre ellos es bastante flojo.

Según mi opinión, el libro va de más a menos. Llegó un momento en que me daba igual la historia que pudiesen contarme Alba y Enol, no veía química entre ellos, solo veía cuentas pendientes y más ganas que atracción y cada vez que ellos narraban un capítulo solo quería terminarlo para que llegase algún otro para seguir conociendo a Pelayo. Porque cada vez que Pelayo nos contaba un pedacito de sus recuerdos, esos que anotaba en las hojas de un cuaderno, ahí sí que tenía en mis manos una historia que me transmitía y me llegaba.

Y no me olvido del mar. El espectador que conoce los secretos de todos ellos, que está presente en los momentos importantes de sus vidas.




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